Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1308

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berto Méndez, Ministro de Culto y Justicia.

Hallándose en el pueblo de Pan de Azúcar, Maldonado, en una de las habituales misiones por campaña, el anciano obispo, a quien los años no cansaban, ni detenían los malos tiempos ni las molestias inherentes a los viajes, enfermó de súbito, y el 6 de mayo de 1881 — a los 68 años de edad — dejaba el mundo victimado por una congestión cerebral de forma apoplética.

Su cadáver fué conducido a Montevideo para recibir sepultura en la Iglesia Catedral con grandes honores oficiales decretados por el gobierno del Dr. Francisco A. Vidal. Lo acompañó asimismo un vivo sentimiento de la capital y del país, pues los méritos sacerdotales de Monseñor Jacinto Vera no se discutían.


VIANA, JAVIER de

Hombre de letras, que cultivó con éxito el cuento y la novela.

Era nacido en el departamento de Canelones, donde su padre ejercía funciones policiales, el 5 de agosto de 1858. Tuvo principios escolares en Montevideo. para luego matricularse en cursos preparatorios, que interrumpió por breve lapso en 1886, cuando fué a formar como voluntario entre los revolucionarios vencidos en Quebracho el 31 de marzo.

En posesión del título de bachiller en Ciencias y Letras, presentóse a las cámaras en 1888, solicitando una pensión de estudios que le permitiera seguir carrera de médico en París, para especializarse en alienismo y cuestiones mentales, pero la gestión no tuvo andamiento.

Ese contratiempo influyó para que Viana, alejándose de la Facultad, buscara camino por el campo de las letras, con aficiones de las que existen muestras en tanteos poéticos firmados Javier de Viana y Pérez, cosa menos que mediocre.

En 1891 pasó a la ciudad de Treinta y Tres como director del periódico nacionalista “La Verdad”; más tarde, luego de tomar estado, hizo varios años de vida de campo como estanciero en Gutiérrez, pero la suerte no le fué propicia y perdidos los bienes, retornó a las letras, pero esta vez, con todo el bagage de observación y de cuadros que le había ofrecido la vida de campo, para desarrollar sus aptitudes en lo que era su terreno. “Campo” fué precisamente el título que eligió. para su primer libro, publicado en 1896, donde se mostró en el nuevo aspecto de un descriptor vigoroso de ambientes criollos, donde se movían figuras arrancadas a la realidad. La aparición subsiguiente de “Gurí”, y la serie de cuentos y narraciones escritas en el curso unos diez años, confirmaron estas esperanzas.

Zum Felde los considera como los únicos ejemplares de positiva valía

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