Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1326

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bros y papeles atinentes a esta disciplina. Otro tanto sucedía con las cuestiones de geografía, siendo él quien, en 1841, puso en manos del coronel José M. Reyes los mil pesos que necesitaba para terminar de imprimir la primer Carta Geográfica de la República, que aquel estudioso militar y notable geodesta había levantado.

De sus conversaciones con Andrés Lamas, Jefe Político de Montevideo, derivó tal vez la fundación, en junio de 1843, del Instituto Histórico y Geográfico, casa de estudios de la que vino a ser el primer secretario.

Por mala suerte, las enconadas pasiones que tenían su raíz en la terrible lucha en que se debatía el gobierno nacional, sitiado en Montevideo por el Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación Argentina a órdenes del general Manuel Oribe, habían creado en la capital, paulatinamente, el clima natural de una ciudad asediada, de cuya influencia tenían que resentirse en primer término los tibios o los simpatizantes con el sitiador. Entre éstos figuraba el padre de Vilardebó, el cual, dispuesto a dejar Montevideo, se fué a vivir en el Buenos Aires de Rosas. El doctor, influenciado por los suyos, adoptó idéntico temperamento y en mayo de 1844 embarcóse para Río Janeiro, imposibilitado de establecerse en París, conforme pensaba. a causa de dificultades económicas.

Los dos años de residencia en la capital brasileña fueron dos años en que el Dr. Vilardebó — según se há dicho — sufrió en carne propia el error de haberse alejado de Montevideo. Sus empeños por abrirse camino profesional resultaron inútiles y luchando penosamente por la vida, sólo encontró en sus estudios favoritos el lenitivo que su estado de espíritu exigía.

Los círculos intelectuales cariocas, en otro sentido, le fueron propicios y rindiendo tributo a la calidad del huésped, el Instituto Histórico y Geográfico lo recibió como socio correspondiente el 15 de abril de 1845.

En los últimos meses del año 47, el viaje a Europa, tan deseado, pudo realizarse, y salió al fin para instalarse de llegada en París, entregándose a una intensa vida de estudios, oyendo lecciones de los grandes maestros, asistiendo a las clínicas, interesado cada vez más por penetrar en las nuevas teorías y por leer nuevos libros.

La permanencia en el extranjero de tan aprovechado compatriota prolongóse varios años, en el curso de los cuales ejerció funciones de médico en un sanatorio particular y recién en setiembre de 1853 puede encontrársele de vuelta en la patria, donde la Guerra Grande estaba concluída desde el 8 de octubre de 1851.

Su reputación científica habíase acrecentado muchísimo con la noticia de sus recientes estudios en Pa-

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