costa de Sarandí, Cerro Largo, el 30 de diciembre de 1806, siendo su padrino Carlos Anaya.
Su padre peleó contra los portugueses en la invasión del año 11 y fué hecho prisionero; y saqueada la casa por los vencedores, la señora vino a refugiarse en San Carlos, de donde más tarde, en 1816, pasó a Montevideo, viuda, pues a su esposo lo mataron sirviendo en el ejército de las Provincias Unidas.
Atento a que se trataba de un huérfano de la patria, el joven Villademoros obtuvo una beca de estudio en Buenos Aires, en cuya capital residió varios años después de obtener titulo de doctor en jurisprudencia en 1827, con una tesis sobre Procedimientos.
Vuelto a su tierra natal cuando ésta ya se había erigido en República independiente, se le nombró en 1831 Auditor de Guerra y más tarde Juez de 1ª Instancia en materia civil.
Diputado electo por Montevideo para la 3ª legislatura, en 1837, Villademoros era entonces una figura de relieve en nuestro pequeño mundo intelectual, como periodista, como dramaturgo y como poeta.
Redactor o colaborador principal de “El Eco Oriental”, “El Republicano” y “El Defensor de las Leyes”, en el término de 1835-39, volvería a serlo en “El Defensor de la Independencia Americana”, el periódico de Oribe en el Cerrito, desde 1844 a 1851.
Autor de numerosas poesías insertas en “El Parnaso Oriental”, en algunas odas, como la Oda a Oribe electo Presidente, logró, a juicio de un crítico, una dignidad poética que supera en mucho a las producciones de entonces en América y España, llegando a recordar la severa línea de los clásicos. Su drama “Los Treinta y Tres” tiénese por bien construído pero incongruente.
Fué el primero — nótase — que se atrevió a publicar composiciones de índole erótica, en que, según Montero Bustamante,, disfraza con formas a lo Cátulo inclinaciones temperamentales.
En funciones de representante nacional lo vino a hallar el nombramiento de Encargado de Negocios en el Brasil, el 30 de junio de 1837, y permaneció cerca de un año en la Corte Imperial, donde fué a sustituírlo el coronel José Mª Reyes. Aquí lo esperaba otra designación de mayor entidad todavía, y el 1° de setiembre de 1838 Oribe puso en sus manos la Cartera de Gobierno y Relaciones Exteriores. El momento político era gravísimo y a poco de ingresar en el gabinete tuvo que salir a campaña junto con Joaquín Suárez y Juan Mª Pérez, como delegados del gobierno, incumbidos de buscar un avenimiento con el general revolucionario Fructuoso Rivera, que devolviera la tranquilidad al país.
Las negociaciones de acuerdo resultaron frustráneas y hubo que llegar hasta la renuncia de Oribe al mando constitucional, presentada y