Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/1330

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

aceptada por la Asamblea General el 24 de octubre.

Ante la transformación total de la faz política de la República, el exministro siguió al ex-presidente que se había ausentado para Buenos Aires, desde donde, bajo las sugestiones fatales del tirano Rosas, pretendió negar la validez de su renuncia.

Es entonces, en este voluntario exilio, cuando la personalidad de Villademoros acrece de modo tan notable, que se llega a considerarlo con razón como el consejero y el hombre de confianza del ex-presidente y en concepto de muchos de sus correligionarios, como la mala influencia dominadora sobre el atormentado espíritu de Oribe. Manuel Errasquin, ex-representante por Montevideo, en carta escrita desde Buenos Aires a un hermano suyo, carta que vió luz en los diarios, formulaba gravísimas acusaciones contra Villademoros, a quien señala como un hombre “que ha manifestado un mal carácter, os principios malísimos, una inmoralidad que nos ha asombrado y que es la causa de muchos desaciertos que menoscaban la reputación de don Manuel Oribe”. (Ver Manuel Errasquín).

Cuatro años llevaba al lado del ex-presidente, después de haberlo acompañado en la terrible campaña contra los unitarios de las provincias, donde, no obstante el título que conservaba de Presidente del Uruguay, Oribe actuó como general a las órdenes de un gobernante extranjero, cuando en 1842 volvió con éste al país invadido por las fuerzas del Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación Argentina.

Establecido por Oribe en el campo sitiador del Cerrito, un pretendido gobierno legal, Villademoros tornó a ejercer las mismas funciones de ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores en que lo había sorprendido la derrota y la emigración del 38, tocándole interinar la cartera de Guerra y Marina, por ausencia momentánea del general Antonio Díaz, y retuvo aquella posición por todo el tiempo del Sitio.

Nada, en ese prolongado período junto al titulado Presidente, lleva a creer que las profecías de Errasquín fuesen infundadas y antes al contrario, la mala influencia de Villademoros, duro, intransigente y enconado, pudo comprobarse en ciertas medidas de gobierno, de las que serían modelo las vergonzosas e inicuas leyes de premio a Rosas, a sus jefes y a sus ejércitos a raíz de la victoria de Urquiza en India Muerta, la adopción del lema rosista contra los salvajes unitarios, ajenos a nuestro país, la ley de 28 de julio del 45 que declaraba propiedad del gobierno del Cerrito los bienes de los enemigos, para luego repartirlos entre las gentes amigas a las cuales se procuraba favorecer, etc.

Concluida la guerra de nueve años, el ministro, a la edad en que tantos compatriotas se reintegraban a la vida política, renunció a ella, convencido seguramente de que era un hombre concluído, sin que sus co-

— 1330 —