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bres del gobierno, que el 24 de agosto, por decreto que firman Oribe y Llambí, se le designó miembro de la Comisión Topográfica e Ingeniero de la Policía y de Obras Públicas. Para darle cabida en el triple destino, y por el mismo decreto, se declaró la cesantía de los profesionales titulares de los mismos cargos.

Anteriormente y en forma accidental, Zucchi había estado en Montevideo por trabajos arquitectónicos, teniendo ocasión de hacer algunos proyectos de casas particulares, de una capilla para la Iglesia Matriz, los planos de un teatro, etc.

La presencia de un técnico de primera calidad en la Comisión de Topografía, que hasta la fecha sólo asumía intervención en los asuntos que le asignaba su nombre, tomó orientaciones y caminos muy distintos en puntos de arquitectura y urbanismo.

Seis años estuvo en Montevideo el capacitado y laborioso arquitecto, y durante ellos participó de modo decisivo en gran cantidad de modificaciones, mejoras y proyectos de la más variada índole, y atinentes no sólo a sus funciones oficiales sino a trabajos privados.

Técnico de amplias vistas, al que no escapaban los problemas que el tiempo, en uno u otro sentido, plantearía a la ciudad de Montevideo, si sus ideas y sus indicaciones se hubieran tenido en cuenta, muchos problemas urbanos insolubles después, o de realización onerosa, no se habrían planteado.

Con lo poco que se le tomó en cuenta a Zucchi, se puede decir a modo de ejemplo, que si hoy existe la Plaza Independencia tal como es, espaciosa y regular, se le debe a él exclusivamente. Conforme a sus planes, la comunicación entre las ciudades vieja y nueva, por la calle Sarandí, estaría resuelta de una manera irreprochable, como también hubiera tenido asiento magnífico, bien distinto del actual, el teatro Solís, en cuyos planos está probado por investigaciones recientes, que colaboró de modo eficaz.

Su plan de reformas formulado en julio de 1837, con ubicación de los principales edificios públicos, que nunca tuvo principio de ejecución por causas demasiado complejas, justificaría siempre los términos del decreto del presidente Oribe en 1838, por el cual, “reconociendo sus recomendables y extraordinarios servicios” se le donaban siete mil varas cuadradas en una manzana de la Ciudad Nueva.

Contra este copioso y excelente haber, solamente una casa, llegó a edificarse conforme a sus planos y bajo su dirección, y esa casa es la de Elías Gil, conservada más o menos intacta hasta hoy en el frente Sur de la plaza Independencia, y conocida con la denominación de Arcos de la Pasiva.

Ligado Zucchi a su paisano Pedro de Angelis, personaje tan inteligente y preparado como inexcrupuloso y venal, publicista asalariado de Rosas, esa amistad despertó sospechas en el gobierno uruguayo en días en que nuestra República hallábase en

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