mildes, la prisión del Dr. Zudáñez y de un hermano suyo decretada por las autoridades españolas, dió origen a un amotinamiento popular en Chuquisaca en 1808, Encarcelado más tarde se le tuvo diez meses entre rejas hasta su remisión a Lima donde hubo de sufrir todavía largo encierro, antes de poderse embarcar en El Callao, en agosto de 1811, con rumbo al puerto de Valparaíso.
En Chile se puso a servicio de la Patria “en horas de ansiedad y preocupación” para los independientes y allí, en seguida de su arribo, escribió su Catecismo Político Cristiano, famoso opúsculo de propaganda en pro de la causa americana, tuvo participación activa en la vida pública y redactó en horas aciagas proclamas oficiales llenas de calor patriótico.
Perdido Chile para los independientes: después del desastre de Itancagua el año 14, Zudáñez salvó la cordillera refugiándose en Buenos Aires, donde en 1815 se le hizo asesor del Cabildo y fué electo diputado por Charcas el Congreso de Tucumán en 1817, que luego pasó a funcionar en la capital porteña.
Vicepresidente y Presidente de dicha Asamblea, participó en la discusión de la constitución de 1819, como franco defensor de las ideas republicanas ante las veleidades monarquistas manifiestas entre los congresales.
“Hombre de doctrina y de gabinete” no se encontró bien en el seno de una sociedad agitada por el huracán de la anarquía y de las pasiones políticas”, y el año 1820 juzgó oportuno trasladarse a Montevideo.
Poco o nada se sabe de este período de vida del Dr. Zudáñez en la Provincia Cisplatina, aunque pueda colegirse que sus actividades estuvieron circunscriptas al ejercicio de la abogacía.
Constituida la antigua Banda en República libre y soberana por la Convención de Paz de 1828, el Dr. Zudáñez fué uno de los ocho diputados electos por el departamento de Montevideo para representarlo en la Asamblea General Constituyente que se instaló en San José el 24 de noviembre del propio año 26, habiéndose incorporado dos días antes.
Presidente de la Comisión de Legislación, redactó el proyecto de constitución y en los debates subsiguientes está asentada su tolerancia en materia religiosa, su respeto a la libertad de imprenta “habiendo revelado en todo momento su preparación jurídica, su cultura sólida y su sagacidad política”.
El 2 de agosto de 1829, al mismo tiempo que Julián Alvarez y Lorenzo Villegas, fué designado por la Asamblea miembro del Tribunal de Apelaciones. Continuaba siendo diputado a la Asamblea y a él se le confió la redacción del manifiesto dirigido a los pueblos dándoles cuenta de la sanción del Código fundamental de la República. El do-
