Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/14

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intereses generales del país, cesó de aparecer. El 23 de noviembre, la Jefatura de Policía le envió a su casa el pasaporte necesario para alejarse del país: su nombre figuraba con varios otros en una lista de proscripción que incluía a conspícuos personajes del Cerrito.

Reabrió en Buenos Aires su estudio, fué Presidente de la Academia de Jurisprudencia y del Colegio de Abogados y tomó parte tan principal en la confección del Código de Comercio argentino que venía trabajando el Dr. Vélez Sársfield, que la crítica serena, a la luz de pruebas inconcusas, no ha vacilado en conceder al jurisconsulto uruguayo la parte principal y sustantiva del primer código sancionado en el Río de la Plata.

Abierta en 1860 la sucesión presidencial de Gabriel Pereira, el Dr. Acevedo figuró como uno de los candidatos a tal alto puesto, pero los caudillos militares del partido blanco, con el coronel Bernardino Olid a la cabeza, decidieron la cuestión en favor de Bernardo P. Berro. El nuevo jefe del Estado le ofreció un puesto en su gabinete y Acevedo vino a Montevideo nombrado con fecha 8 de marzo Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, integrante así de lo que dió en llamarse el Gran Ministerio.

Mantuvo la cartera hasta junio de 1861, en que “sin que mediara motivo alguno a no ser el prestigio y gran crédito que el Dr. Acevedo había adquirido por sus servicios y la natural y legítima influencia que su talento y sus cualidades le daban al gobierno”, el presidente Berro le pidió por carta la renuncia. El Ministro se negó a aceptar el pedido y el Presidente decretó su cese y el de los colegas de gabinete Tomas Villalba y Diego Lamas.

Había realizado una obra copiosa y buena en que se tocaron las cuestiones más importantes y más graves, y Berro, como dice el Dr. A. Vázquez Acevedo, de quien es el párrafo entre comillas de mas arriba, se vió achicado ante la opinión pública por su Ministro, por todos en conjunto más bien, y él no era hombre de soportar estas cosas.

El 14 de julio del mismo año 61, la Asamblea General le dió sus votos para miembro del Superior Tribunal de Justicia.

Una afección al pecho venia minando al Dr. Acevedo y como las tareas oficiales no habían hecho sino ahondar los males, aprovecho la libertad que se le daba inesperadamente para trasladarse a la Villa del Salto, cuyo temperamento seco a la par de mas cálido tendría que sentarle bien. Largos meses de residencia en aquellas privilegiadas tierras lograron estacionar cuando menos la dolencia, pero el día que, electo senador por Montevideo en 1863, tuvo que constituirse en la capital, un grave empuje del mal lo decidió a emprender viaje al Paraguay a mediados del año. Nada pudo adelantarse en Asunción.

Regresando en el vapor paraguayo “Igurey” aguas abajo por el Paraná, falleció el jurisconsulto frente a