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años de mandato se distanció del Presidente, por causas que enraizaban precisamente en la forma de organizar el partido.

Hombre de pasiones avasalladoras, teórico y abstracto, Batlle terminó convertido en opositor del Dr. Herrera y Obes, aunque tendría sin embargo, en su largo periodo de gobierno, muchas ocasiones de asumir actitudes idénticas y posiciones similares a las de éste.

En la renovación presidencial de 1894 prestigió la candidatura del general Tajes, pero en la Asamblea General obtuvo el triunfo, después de una larga serie de escrutinios, Juan Idiarte Borda, político de categoría subalterna, con antecedentes santistas y persona con quien Batlle no había simpatizado nunca. Su gestión de gobernante no fué por lo demás como para que el director de “El Día”, que iba acentuando prestigios, lo acompañara desde su diario. Por el contrario, su actitud de lucha acreció notablemente y asumió la dirección de los trabajos de unificación de las fracciones coloradas opositoras, mientras entreveía en la propaganda nacionalista, que estaba preparando la revolución, un excelente concurso contra el Presidente y su circulo de gobierno.

La revolución nacionalista se produjo en marzo de 1897, para asumir pronto alarmantes proporciones, Batlle, enfocando el panorama con vistas más amplias, percibió que la revolución que encabezaban Saravia y Lamas, con divisa blanca, no era sólo contra el gobierno de Idiarte Borda, sino en el fondo contra el predominio del Partido Colorado en el poder. El dilema se planteaba, así, entre Idiarte Borda y los blancos nacionalistas.

La muerte violenta del presidente el 25 de agosto del 97 facilitó la solución y el presidente del senado en ejercicio del poder ejecutivo, Juan Lindolfo Cuestas, concertó con los revolucionarios en el pacto del 18 de setiembre, una paz precaria y de perdedor, porque había que hacerla pronto y de cualquier modo. Era una exigencia de la opinión y sabría aprovecharla.

Conjurado así el peligro nacionalista, era el caso de dirigir los fuegos contra la fracción colorada gobernante, valiéndose para ese plan de la alianza de aquéllos y de las ambiciones de mando de Cuestas, que lo llevaron golpe de Estado del 10 de febrero de 1828, cuando se convenció de que la Asamblea no consentiría en elegirlo Presidente.

Pero las fracciones políticas que había creado la situación eran fundamentalmente antagónicas, a la par que demasiado poderosas para enfrentarse en una lucha abierta y entonces Cuestas recurrió a un régimen de acuerdos electorales, en el cual Batlle ocupó le banca de senador par Montevideo en 1899.

Esto permitió ir manteniendo un equilibrio político cada vez más difícil, hasta que en 1901 el acuerdo rompió, planteándose al Partido Colorado, una situación dificilísima, pues el presidente Cuestas únicamente miraba el modo de concluir

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