Finalizado el mando legal, su influencia, con todos sus predicados y sus defectos, pues fué hombre de dominantes pasiones y aferrado a sus ideas, gravitó permanente — a través del partido — en la orientación político-social de la Nación, hasta el día de su fallecimiento, en forma inesperada, ocurrido el 20 de octubre de 1929.
Sus restos fueron velados en el Salón de Pasos Perdidos del Palacio Legislativo y su conduce al Cementerio Central dió motivo a un acto de consagración popular sin precedentes a la muerte de un hombre público.
En otra esfera de actuación, corresponde decir que Batlle y Ordóñez, durante su permanencia en Europa, representó a la República en Conferencia Internacional de La Haya, donde hizo una ponencia sobra la institución del arbitraje obligatorio, iniciativa que, según el internacionalista argentino Drago, fué el primer paso para la creación de la Sociedad de las Naciones, auspiciada y llevada a cima por Wilson años más tarde.
El proyecto de Batlle, — delegado de un pequeño país sudamericano — que estableciendo la sanción material al Estado que transgrediera los dictados del código a crearse, superaba, desde ciertos puntos de la concepción del Presidente de los Estados Unidos de Norte América, fué recibido no sin asombro por los congresales de La Haya en aquellos días.
BAUZÁ, FRANCISCO
Ministro, legislador, historiador y hombre de letras. Hijo del general de la independencia Rufino Bauzá, vió la primera luz en Montevideo el 7 de octubre de 1851.
Temprano puso de manifiesto marcadas aficiones literarias y siendo muy joven principió a colaborar en la prensa. Tuvo un empleo de oficial 2° en el Ministerio de la Guerra, renunciado en octubre de 1868 y ese mismo año entró a figurar en la redacción de “La Soberanía Nacional” que dirigía el Dr. Bonifacio Martínez.
Afiliado al partido colorado sin perjuicio de haber sido toda su vida católico militante, en el gobierno del general Lorenzo Batlle sacó a luz en unión de su hermano Pedro la hoja pública titulada “Los Debates” y desde sus columnas, a la vez que propugnó por la victoria militar de su partido combatido con las armas en la mano por los revolucionarios de Timoteo Aparicio, enfrentó al gobierno cuando lo creyó necesario con tan ruda franqueza, que el general José Gregorio Suárez aconsejó el Presidente que desterrase al periodista o que junto con otros colegas se los mandase para enrolarlos en una brigada que estaba formando en el ejército,
Hasta entonces no había tenido iniciación en política y quiso su mala suerte que entrase a figurar en ella en un período extra legal y fu-