Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/156

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anunciaba rápida y sangrienta, pero culminó con el fracaso de los jefes que obedecían al Director.

Factor de especial importancia en la feliz campaña que trajo como consecuencia la derrota completa del coronel Manuel Dorrego en Guayabos el 10 de enero de 1815, su hijo, el historiador Francisco Bauzá, ha sostenido que al general Don Rufino antes que a Rivera, le corresponde la gloria de la decisiva jornada, mientras que sobre el testimonio de un documento anónimo se le disputa la mejor de sus virtudes militares. Su tésis no resiste sin embargo el análisis crítico.

En el archivo del Estado Mayor del Ejército, existe un documento firmado por Rivera, en 1835, donde, a solicitud del propio Bauzá, el general certifica que éste, en la acción de Guayabos, se comportó “con toda subordinación”.

Bauzá, consciente de su actuación y papel preponderante como factor de la victoria, parece que no habría aceptado jamás el rol disminuido que le asignaba el testimonio.

Instalado el primer gobierno patrio después de la evacuación de Montevideo por los argentinos, y ascendido a teniente coronel, formó parte de la guarnición al mando del “Batallón de Libertos” —organizado por él — compuesto de unos 600 negros manumitidos, que se conocían popularmente por “los negros de Bauzá”.

En estas circunstancias sobrevino la segunda invasión portuguesa, desencadenada por los centralistas porteños el año 1816, y los Libertos salieron a campaña con su jefe para demostrar su excelente calidad guerrera en la jornada adversa de India Muerta, donde el coronel Fructuoso Rivera fué derrotado por el general Pinto de Araújo el 19 de noviembre, en campos del actual departamento de Rocha.

Asistió Bauzá y tuvo actuación distinguida en las enconadas luchas de Paso de Cuello, retirándose después a acampar en la villa de Canelón Chico, próximo a la barra.

Poseedor de estos saneados antecedentes de soldado, y elemento de primera línea en la resistencia de la provincia, según queda expuesto, la desorganización reinante entre las tropas patriotas bajo el inmediato mando de Otorgués y las intrigas y las astutas maquinaciones del gobierno de Pueyrredón en Buenos Aires, encaminadas a minar el espíritu de las fuerzas provinciales lograron desgraciadamente arrastrar al coronel Bauzá, Jefe del Batallón de Libertos, quien del mismo modo que sus compañeros los capitanes Manuel e Ignacio Oribe, de la artillería, hizo defección a la causa. Equivocada apreciación de los hechos, uniéndose a muchas y poderosas razones, mañosamente disfrazadas, pudieron influenciar sin duda el ánimo de estos jefes; está probado, además, que el espíritu de la tropa estaba quebrado por las privaciones y las fallas de la disciplina. Las deserciones, si se

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