Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/184

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Relacionado con Serapio Borges, capitán que se movía alrededor de ciertos caudillos subalternos del departamento, fué a solicitud y por intermedio de Borges que se trasladó al Salto en 1885 para hacerse cargo de la dirección, vacante de improviso, de “El Salteño”, órgano prestigioso, portavoz de uno de los clubes electorales.

La poca edad y la magra presencia física del nuevo director, hicieron dudar, en el primer momento al coronel Feliciano Viera, a sus comandantes y a los secuaces del grupo; pero presto vino el convencimiento general de que el físico no “hacía a la capacidad evidente del novel redactor jefe del periódico. Inició entonces la carrera de toda su vida: periodista. Porque Bernárdez, en su larga trayectoria de hombre de letras y mismo de funcionario, nunca dejó de serlo.

Descriptor y colorista ameno, comentador ligero, sin perjuicio de ser observador hondo y de buena ley, poseyó un don atractivo, de entrada, y hasta el último. El tema de sus libros, el fondo serio que se dijera, dá la impresión de figurar en las páginas, porque se necesita que esté, naturalmente, y debe estar en el decurso de los artículos que se hilvanan.

De la redacción donde se había iniciado, siempre en el Salto, pasó a escribir en “El Ejército Uruguayo”, publicación de 1832, cuyas directivas las daba el coronel Juan Bernassa y Jerez. Usaba entonces el seudónimo de Pilatos, tratando cuestiones literarias, pero más tarde, en Montevideo, lo cambió por los de Selvático y Paul Sabiá.

Establecido en Montevideo, ingresó en el cuerpo de redactores de “El Heraldo”, que Eugenio Garzón y Antonio Bachini dirigían.

Entonces había publicado — 1887 — su libro “25 días de Campo”, afirmativo de su garra y méritos de narrador.

Vocal de la Dirección General de Instrucción Pública en febrero de 1894, luego no más dióse de lleno a las actividades políticas y sacó a luz “La Cruzada”, periódico de política, administración, milicia y letras. Aparecido el 2 de mayo del 96, debía cesar el 2 de febrero de 1897, cuando Bernárdez ingresó a la Cámara de Diputados, votado por el departamento de Artigas para el trienio 1897 - 900.

Solidario con la mayoría de la Asamblea en los sucesos políticos de 1898, fué exonerado de su banca el día 10 de febrero, en que el presidente del Senado, Juan L. Cuestas, se proclamó dictador, convencido de que no conseguía la mayoría de votos para ser electo conforme a la ley. Emigró entonces para radicar en Buenos Aires, donde en seguida tuvo un puesto en la redacción de “El Diario”.

Al cabo de doce años de vida en la Argentina, a cuyo período pertenecen sus libros “Viaje de Buenos Aires a Iguazú” (1901); “La Nación

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