Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/192

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De regreso en el país el año 1877, en la dictadura de Latorre, periodo de gobierno sin partidismo bien definido y en el que algunos de los suyos tuvieron importantes destinos, marchó a la campaña del actual departamento de Treinta y Tres como administrador de una gran estancia de la Compañía Pastoril, y liquidada esta tuvo un destino policial como sub delegado de Pando, departamento de Canelones, del que era Jefe Político Mariano Berro.

Mezclado con el coronel Nicasio Galeano en trabajos revolucionarios, se le exoneró del puesto en 1886, viéndose en el caso de emigrar, hasta que después del fracaso de la invasión en Quebracho, acogióse a indulto para volver a hacerse estanciero en sus campos de Rincón de Ramírez y figurar como uno de los caudillos nacionalistas prestigiosos en la zona. Así tuvo oportunidad de probarlo en el movimiento revolucionario de 1897 en la cual, Jefe de la División Treinta y Tres, aguerrida y numerosa, hizo toda la campaña y vió caer a su lado en el combate de Aceguá, a su hijo Teodoro.

Ajustada la paz de setiembre de 1897, el gobierno de Cuestas le confió la Jefatura Política y de Policía de Treinta y Tres, cargo en que, a fuer de hombre culto, supo desempeñarse como un correcto y honrado funcionario, y del que hizo abandono en 1903 por motivos políticos.

Volvió a las armas en la revolución de 1904, mostrando en las principales batallas el valor y la calidad de soldado que lo caracterizaban.

Anciano y mortificado por sus achaques, no faltó a la cita de los compañeros en los sucesos de 1910 y en esa ocasión fué hecho prisionero por las fuerzas gubernistas.

Su salud le exigió, poco después, retirarse a Montevideo y en la capital tuvo fin su existencia el 28 de mayo de 1913.


BERRO, BERNARDO Prudencio

Presidente constitucional de la República, ministro, senador y hombre político de perfiles propios.

Nacido en Montevideo el 28 de abril de 1803, era hijo de Pedro Francisco Berro, ciudadano con servicios a la causa patria y de Juana Larrañaga.

Su educación fué vigilada por el presbítero Dámaso Larrañaga, tío suyo, y tal vez por eso mismo estuvo por encima de la corriente de la época.

Establecido con una casa de comercio en los alrededores de Montevideo, hizo abandono de ella para presentarse como voluntario en las fuerzas que sitiaban a Montevideo, en la lucha reiniciada en 1825 por la liberación de la Provincia. Ejerció funciones de comisario pagador del ejército patriota hasta el 15 de noviembre de 1828 y cuando nuestro primer Gobierno se instaló en Canelones, tuvo el cargo de oficial

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