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da el 24 de abril de 1858, cuando desempeñaba la cartera Federico Nin Reyes. De este empleo pasó el 30 de octubre de 1861 a oficial 1° de la Jefatura Política de Montevideo, tocándole interinar la Jefatura en octubre-diciembre del 63.

En 1865, desalojado del poder por la fuerza de. las armas el Partido Blanco, en el que siempre militara, Berro ausentóse para al República Argentina, donde se mantuvo en actitud francamente hostil a la situación imperante en el país.

Revolucionario bajo las banderas del coronel Timoteo Aparicio en la revolución nacionalista de 1870-72, fué herido de gravedad en la batalla del Sauce el 25 de diciembre de 1870.

Adherente al golpe militar del 15 de enero de 1875 y al gobierno extra-constitucional que le subsiguió, tuvo una banca de diputado por Canelones en las Cámaras de 1876, conocidas por Cámaras Negras por la probada obsecuencia de sus miembros, pero que apenas si llegaron a sesionar, pues el día en que el coronel Lorenzo Latorre, ministro de Guerra de Varela, se proclamó dictador, el Parlamento se disolvió por sí solo, sin necesidad de decreto, convencidos sus miembros de que en verdad ni tenían ni habían tenido nunca mandato de la soberanía.

El 17 de enero de 1877, el dictador, a quien apoyaba la gran mayoría del Partido Blanco y especialmente sus elementos conservadores, hizo a Mariano Berro Jefe Político de Canelones, y Berro lo acompañó fielmente por todo el tiempo de su dominación irresponsable, desempeñándose como un funcionario trabajador y administrador excelente, mientras apoyaba al gobierno de fuerza reclutándole firmas y votos para petitorios y maniobras de su política, junto con los jefes militares blancos que habían seguido al dictador.

Para la fecha en que abandonó su cargo, en marzo de 1880, el departamento podía lisonjearse de contar con múltiples adelantos útiles debidos al celo del delegado del ejecutivo, y la villa de Guadalupe, su capital, con un cómodo edificio para asiento general de las oficinas públicas principales.

A partir de esta fecha no vuelve a figurar Berro en la administración nacional, por más que nunca hizo abandono de su actividad de partidario. En cambio, la nueva faz de su vida es la que le va a ganar un sitio en nuestros anales históricos, convertido en hombre de campo en su estancia de Vera en el departamento de Soriano, y siendo en todo sentido un eficientísimo factor de progreso rural, ejemplo vivo por el cuarto de un siglo, de los milagros que puede llevar a cabo la perseverancia y el afán inteligente de un hombre.

Alternando con sus tareas de cabañero, fué periodista redactor de “El Telégrafo”, diario aparecido en Mercedes en 1893, desde cuyas co-

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