Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/216

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aficiones artísticas, tuvo que aprender un oficio y se hizo tipógrafo para ganarse la vida, trabajando en la imprenta de “El Defensor de la Independencia Americana”, hoja que ge publicaba en el campo oribista del Cerrito durante el sitio de Montevideo.

Solamente después de reintegrarse a la capital cuando se firmó la paz de octubre de 1851, es que la vocación dominadora de Blanes se impuso, llevándolo a poner mano en los primeros retratos, donde ya se adivinaba algo.

En 1855 se ausentó para la Villa del Salto, pintando siempre y en 1857 trasladóse a Concepción del Uruguay donde el Gobernador de la Provincia, general Justo José de Urquiza, le encomendó varios trabajos entre los que figuraban los ocho óleos llamados de las batallas en el Palacio de San José, algunos retratos y finalmente la decoración del Oratorio.

De vuelta a Montevideo obtuvo en 1860 una pensión del Estado para seguir estudios en Europa y marchó a Florencia, hombre hecho, con su mujer y sus dos hijos.

Contraído a su carrera y con verdadera avidez de saber, hizo rapidísimos progresos, tratando de olvidar todo lo que llevaba mal aprendido sin principios básicos, Cursó así la Academia desde el primer paso y cuando retornó a fines de 1864, la pintura no tenía secretos para Blanes.

Los envíos de pensionado, como un Santo Juan Bautista y La Casta Susana, habían certificado sus progresos.

Se estrenó con un retrato ecuestre del presidente paraguayo general Francisco Solano López hecho el mismo año y con la tela histórica "Bombardeo de Paysandú”, pintada en 1865.

En el género histórico — su predilección — obtuvo en 1871 un clamoroso triunfo con el cuadro Episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires y sucesivamente pintó, con parecido éxito, la Muerte del general Flores, La Revista de Rancagua, El asesinato de Florencio Varela, y Los últimos momentos del general José Miguel Carrera, que el maestro consideraba su “capo-laboro” y llevó a exponer con gran éxito en Santiago de Chile, en 1873. El Juramento de los Treinta y Tres, consagró su nombre el año 75, quedando reconocido como el pintor de la Patria.

Volvió a Italia en 1879 a vigilar la educación artística de sus hijos y al cabo de 4 años de ausencia que fueron también cuatro años de trabajo, restableció su taller en Montevideo, dedicado principalmente al retrato.

Luego de haber decorado la rotonda del Cementerio Central, pintó La Revista de 1835, sobresaliente de colorido y de dibujo, que los militares obsequiaban al presidente general Santos, y dos telas de muy aventajadas dimensiones y de relevado valor artístico e histórico: El general Roca ante el Congreso Argentino y La Revista de Río Ne-

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