Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/251

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Janeiro — confirman que era persona de gran entereza en materia de asuntos comerciales y un tanto escurridizo en los tratos.

Después de realizar espléndidos negocios eligió para su residencia la capital uruguaya. Fundó sobre el río Santa Lucía un gran establecimiento de elaboración de carnes conservadas, “La Trinidad”, proveedor del ejército francés por varios años merced a importantes contratos. Para servicio de si establecimiento — un modelo sin duda alguna — trajo un barco de vapor, el primero que navegó por el Santa Lucía.

Planteó una gran estancia en “San Javier”, Paysandú, donde últimamente asentó la Colonia Rusa, y un molino instalado según las últimos adelantos frente al actual camino Castro en el Paso del Molino, a los fondos de la quinta.

Intervino en 1862 en la construcción — sobre planos encargadas a Europa — del Hotel Oriental, en la calle Solís esquina Piedras, considerado como una de los monumentales edificios de Montevideo en esa época. Asimismo tuvo que ver con la construcción del importantísimo hotel de Santa Lucía, estación veraniega entonces en pleno auge. Vivió nuestra vida y en el gobierno del general Batlle lo nombraron miembro del Consejo Consultivo de Hacienda que se creaba por decreto de 3 enero de 1870.

Fué dueño de la extensa y magnífica “Quinta del Buen Retiro”, casa habitación, jardín, parque y cabaña, que andando el tiempo vino a constituir el casco central del hermosísimo paseo del Prado, donde actualmente lo recuerda un busto en bronce.

En esta hermosa posesión vivió Buschental sus largas permanencias en nuestra capital, sin que su señora las compartiese con él, pues María Pereira no conoció Montevideo en vida de su esposo.

Pese a todo lo que se tiene afirmado, la presencia atribuida aquí de la prestigiosa dama riograndense es fruto de error, que el autor aún compartía cuando envió esta ficha al concurso de 1943.

Doña María permaneció siempre en Europa, en una especie de tácita y amigable separación.

Estos y otros detalles de la existencia de Buschental que sencillamente lo humanizan, han sido puestos de lado u ocultados por la generalidad de biógrafos y cronistas. Por esta causa, Buschental suele configurar para algunos algo así como la encarnación viva de un aristócrata señor, siempre impecablemente trajeado, vagando entre plantas y flores exóticas o presidiendo fiestas sociales exquisitas. Hombre como todos, en cambio, repartía su existencia como la de otro cualquiera y las reuniones del Buen Retiro muchas veces tenían lugar en torno de una animada mesa de juego.

Buschental, que solía ir a Europa por sus negocios o porque su salud requisiese cura de aguas, emprendió viaje a su patria, en 1870 y enfermo repentinamente en Londres, dejó de

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