Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/254

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en tan tremendo fracaso, que ninguna solución le pareció más aceptable que alejarse del país, nombrado Ministro Plenipotenciario en el Brasil. Volvió de la corte imperial en setiembre, sin que restara de su gestión otra cosa que un memorándum, Aquí, con su investidura diplomática, fué testigo de la anarquía en que iba deshaciéndose fatalmente el régimen de subversión y escándalo que había contribuido a entronizar, hasta que hizo renuncia de la plenipotencia el 10 de enero de 1876.

El 10 de marzo, el Ministro de la Guerra coronel Latorre, puso a Pedro Varela en el trance de huir y se proclamó dictador.

Aunque le fuera penoso convencerse, su carrera política había concluido aquel día: hecho a un lado por Latorre, sin preocuparse de él como no se preocupó de ninguno de sus grandes cómplices del cuartelazo, vivió días de oscuridad y desengaño, y cuando en 1877 quiso volver a la arena periodística en “La Conciliación”, diario efímero, apenas era la sombra del antiguo director de “La Tribuna”.

Diputado por Salto en 1879, votó a Latorre para Presidente de la República y totalmente sin papel en el curso de la legislatura, Santos lo hizo reelegir para la legislatura siguiente votado en el departamento de Montevideo, sin que el hombre de antes reapareciese.

Trabajado por una larga enfermedad, el 11 de enero de 1885 terminaron sus días en su quinta de Paso del Molino.

Era un hermoso tipo de hombre, de barbas rizadas y expresivos ojos negros. La figura fina en la juventud, perdió sus líneas con la edad, pero en los últimos años la blanqueada barba vino a prestar un encanto otoñal a la fisonomía abierta.

Atacado por encarnizados enemigos y objeto de múltiples imputaciones, en ningún momento su honradez estuvo en tela de juicio. “Su corazón y su desinterés — escribió Desteffanis — le valieron muchas simpatías aún entre sus mismos adversarios”.

Aparte su dedicación periodística, José Cándido Bustamante excursionó por diversos campos literarios con regular éxito, si bien le faltaba a su talento natural la cultura dispensable; así escribió “La mujer abandonada”, que el reputado actor español Valero puso en escena por primera en San Felipe, en julio de 1876, e inició la traducción del libro de Schneider sobre la Guerra del Paraguay.

En 1380 se hablaba de que tenía pronto un libro de historia nacional comprensivo de 1858 a 1865, pero nada justifica la especie.

Cronista fácil y crédulo, los artículos periodísticos donde hace referencia a nuestras cosas pasadas es preciso tomarlos con mucha cautela, a riesgo de recibir como exactas las versiones que recogió, desprovisto de espíritu crítico.

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