Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/266

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de 1837, formó parte del ejército gubernista comandado por el general Ignacio Oribe, siendo de los derrotados de Palmar el 15 de junio de 1838. Después de este transcendental contraste, Cáceres tomó la defensa de su cuñado, el general Manuel Britos, a quien Ignacio Oribe culpaba de la derrota. Con tal motivo, una agría publicación de prensa hecha bajo su firma, lo enemistó gravemente con los Oribe.

En los días de la guerra contra Rosas, el gobierno de Montevideo, sabiéndolo conspirador, lo envió como preso a la isla de Ratas, deportándolo luego a Buenos Aires en setiembre de 1839,

Amigo del coronel Antonio Díaz, ex ministro de Oribe emigrado en la capital argentina, Cáceres fué uno de los elementos con que Díaz esperaba contar para un golpe sorpresivo sobre nuestra capital en 1841, pero la enemistad de Oribe lo detuvo, y al fin concluyó ofreciendo su espada al mismo gobierno colorado que defendía Montevideo, dentro de cuyas trincheras se mantuvo hasta que marchó a Entre Ríos en agosto de 1851, poniéndose a órdenes de Urquiza, pronunciado contra Rosas.

Hallóse en calidad de jefe entrerriano en la jornada de Caseros, el 3 de febrero de 1852 y cuando regresó al país se le reincorporó a nuestro escalafón con grado de coronel efectivo el 8 de julio de 1852.

Fuera de actividad, vivió diez o doce años repartidos por el litoral y solamente en marzo de 1865. después de la victoria del general Flores, Cáceres aparece como individuo de la Comisión Calificadora de Despachos Militares, para fallecer en Montevideo el 17 de marzo de 1867.

La contribución de este despierto coronel a nuestra historia, está constituida en lo fundamental por unas memorias redactadas en su vejez, a pedido del Dr. Andrés Lamas, y por su “Vindicación” o como haya de titularse lo escrito con motivo del caso del general Manuel Britos.

Esta prosa, que demuestra a las claras el temperamento vehemente del autor, encierra referencias y detalles muy curiosos. Las Memorias, como queda dicho más arriba, están bordadas en sus líneas principales sobre un canevás de verdad, según se comprueba merced al cotejo documental.

En 1854, el nombre de Cáceres tuvo gran resonancia en nuestro mundo político y social con motivo del juicio que le instauró el coronel Melchor Pacheco y Obes, por injuria y calumnia, que se ventiló ante el jurado popular. Melchor Pacheco y Obes, que era entonces jefe de Estado Mayor en el gobierno del Triunvirato, fué acusado por Cáceres en el curso de una campaña opositora a fondo, nada menos que de mal manejo de dineros públicos. Condenado Cáceres por el tribunal popular a seis meses de destierro, la justicia, con fecha 29 de abril, le fijó el término de tres perentorios días para salir del país, sin que le fuera dado regresar a él con

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