Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/278

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Habiendo salido de su casa, en carruaje, a las 10 de la noche del 13 de diciembre de 1878, la demora en volver, que tuvo en alarma a su familia, se transformó luego en incertidumbre y angustia fatal. Inútiles fueron las búsquedas y los avisos en los diarios, hasta que el bachiller Canosa apareció muerto de un balazo en la cabeza en un depósito o casilla medio abandonada, donde se guardaban materiales de construcción para las obras de la Escuela de Artes y Oficios. Un papel escrito de su mano y la circunstancia de que la casilla estaba cerrada por dentro — según el parte policial — afirmaban la creencia de que se trataba de un suicidio; pero la versión de que la muerte obedecía a la venganza de un hombre político muy influyente entonces, contra el padre del joven, tomó cuerpo, sin que pueda saberse a ciencia cierta el origen de esta especie, aparentemente inverosímil, por lo demás.

Sin embargo, la prensa y la opinión opositoras aceptaron de buen grado el rumor y el Dr. Angel Floro Costa, en su opúsculo “Panfletos contra Latorre”, acoge como verdad la versión del crimen.


CAPDEHOURAT, PEDRO

Facultativo francés con más de cuarenta años de residencia en la República, a quien la ciudadanía legal y sus afinidades partidaristas, lo tornan un verdadero connacional.


Nacido en Salies de Mongiscar, Bajos Pirineos, en el año 1803, hizo estudios de medicina en París y vino al Uruguay en 1838, poseyendo un simple título de “oficial de sanidad”, que le sirvió para incorporarse al cuerpo médico nacional.

Hombre de carácter difícil, altanero y agresivo, según lo llama el Dr. Luís Bonavita, se trenzó en agria polémica con varios colegas, discutiendo sobre la verdadera naturaleza de una epidemia reinante en la capital y como en sus artículos periodísticos alargara sus ataques hasta las autoridades, la Junta de Higiene, a fines de 1839, lo suspendió seis meses en el ejercicio de la profesión.

Al comenzar el sitio de Montevideo ofreció al gobierno de la Defensa sus servicios profesionales y en desempeño de funciones facultativas preparó en su propia casa una sala de heridos y fué médico de los batallones de Cazadores Vascos de la Legión Francesa. Sin embargo, a los dos años del sitio, en febrero de 1845, abandonó la plaza para ir a presentarse en el campo de Oribe, desertor con varios jefes, oficiales e individuos de tropa, sin que pueda explicarse satisfactoriamente el desagradable cambio de posición.

Bien acogido por el general sitiador, tuvo funciones de cirujano en el ejército, estando al frente del Hospital Militar que funcionó en la Villa de la Restauración, hoy la Unión, y llegó a hacerse de buena clientela particular.

Apenas terminada la Guerra Gran-

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