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Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/294

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de un correligionario suyo, muy vinculado a los políticos que habían subvertido el orden constitucional el 15 de enero.

Caravia no se mostró a la altura de las circunstancias en esos momentos, pues así y todo continuó ocupando su banca de senador, después de expulsados de su seno los colegas opositores, limitándose a no concurrir a las sesiones. Pero los tiempos no eran de tolerar actitudes semejantes y siendo preciso el quorum para sesionar, en julio de 1875, la citación respectiva se la llevó a su casa un comisario de policía con instrucciones para conducirlo al recinto de grado o de fuerza. Don Juan Pablo, atribuyendo la cosa a un mal entendido concurrió al senado, pero sabedor de que sólo estaba en presencia de un atentado “contra los fueros e inmunidades del cuerpo legislativo”, presentó su renuncia para no verse reducido — no se lo permitía su dignidad personal — “a ser un servil instrumento”. El senado la rechazó diciendo que no había ánimo de ofensa, pero Caravia insistió en hacerla valer y le fué aceptada.

Aquello que le causaba asombro recién entonces, era sin embargo desde tres meses antes, lo corriente en un régimen de facto: el atentado, la indignidad y el servilismo constituían la norma.

Desde entonces no tuvo más figuración en la política nacional, viniendo a fallecer en Montevideo el 18 de julio de 1892.


CARBAJAL, EDUARDO Dionisio

Pintor, nacido en la Villa de San José el 9 de octubre de 1831, De su pueblo natal vino a Montevideo con su familia, cursó estudios escolares y demostró pronto aptitud singular para el dibujo.

Sus trabajos de principiante perfeccionáronse con tan asidua dedicación, y a tal punto, que las condiciones del joven aficionado inclinaron al gobierno a concederle, en 1854, una pensión para seguir carrera artística en Europa.

Cuatro años permaneció en Italia, tres de los cuales estudiando con el maestro Esteban Ussi en Florencia, para luego pasar otro año en Roma y retornar al país a fines de 1838, en posesión de un hermoso conjunto de conocimientos que le permitía abordar con éxito el retrato, género al que tendría que dedicarse obligadamente, siendo como era el único género de pintura remunerador por entonces.

Son de mano de Carbajal la mayor parte de los retratos de los primeros asambleístas y legisladores nacionales, pintados de encargo para la Galería del senado y que el alto cuerpo transfirió más tarde al Museo Histórico donde actualmente existen.

Constituyen estos óleos una bella serie de valor documentario, pues en la época en que se resolvió su pintura había actores y testigos que luego se fueren perdiendo en el

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