CARRALON DE LARRUA, ANTONIO
Español, comediógrafo y hombre de letras, famoso secretario del general Máximo Santos en la presidencia y en el destierro. Había nacido en el año 1841 y llegó a Montevideo en 1873 después de residir en Francia, emigrado a la caída de Isabel II suya causa había seguido en la Península. En París se ganó la vida como traductor y escribió “El Diablo del Mediodía” (1864), “La Corte del Indolente” (1863) y “La Dama Duende” (1866), novelas de historia.
Su compatriota Orestes Araújo fué el guía de sus primeros pasos en Montevideo, procurándole alguna ocupación en los diarios “candomberos” o sea contrarios al gobierno, hasta que pasó a Minas a dirigir el papel público “La Campaña”, que se fundaba en la villa. Allí, sin causa razonable, embanderó el periódico — de entrada — en la oposición, por lo cual presto se vió obligado a abandonarlo y regresar a la capital, donde entró a escribir en “El Nacional” de Moncayo, en “El Uruguay” de Tezanos y en “Los Principios en Camisa”, hoja de caricaturas que mereció la execración general.
La corta estada en Minas, a despecho del insuceso periodístico, influyó en el porvenir de Carralón de una manera decisiva, pues en Minas fué donde conoció e hizo amistad con un capitán del ejército llamado Máximo Santos, entonces oscuro empleado en la policía del departamento, pero destinado a ocupar las más altas jerarquías oficiales en la República y el cual no lo olvidó en la buena fortuna.
Justificando su adhesión al poderoso militar, escribió Carralón años más tarde, que ella fincaba en el hecho de que Santos le había salvado la vida en ocasión en que la policía de Minas tenía dispuesto su asesinato, por lo cual “le había guardado y le guardaría siempre profunda gratitud”.
Cualquiera que haya sido el origen de la vinculación entre estos dos hombres, lo dicho a posteriori respecto al atentado no pasa de una solemne inverdad.
Secretario particular de Santos en el período que fué jefe del 5° de Cazadores y ministro de Guerra y Marina de Vidal, cuando Santos llegó a la primera magistratura el 19 de marzo de 1882, lo hizo secretario de la presidencia con un sueldo mensual de doscientos pasos, magnifica asignación en aquel tiempo.
Desde tan estratégico destino, Carralón de Larrúa, tomando intervención en todo el teje y maneje palaciego, consiguió empleos, cotizó su influencia y participó en múltiples negocios, en una época en que estas actividades oscuras proliferaron de un modo extraordinario. Pero dentro de su papel en el elenco, su natural bonancible y su inteligencia lo excluyeron de la calificación de
