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vida pública, donde por lo demás su actuación mínima no justificó las esperanzas que en él se pudieron cifrar como hombre de gobierno, viniendo a fallecer en la capital el 12 de febrero de 1919.


CASTELLANOS, REMIGIO Bonifacio

Funcionario, diputado y hombre político, Hijo del Dr. Florentino Castellanos y de Valentina Illa, náció en Montevideo el 4 de junio de 1837.

Afiliado desde joven al Partido Blanco, figuró entre los soldados ciudadanos que acompañaron al caudillo revolucionario coronel Timoteo Aparicio en la revolución principiada en 1870.

Después de la derrota de los suyos en Manantiales el 17 de julio de 1871, consiguió llegar al puerto de Rosario con un grupo de compañeros, y allí embarcaron en dos balleneras con intención de alcanzar la costa argentina. Naufragaron en el trayecto y gracias a una balandra que les prestó socorro, pudieron llegar a Montevideo y atracar al costado de la fragata española de guerra “Blanca”, donde se ampararon, pasando luego al vapor que los condujo a Buenos Aires.

Designado Jefe Político de San José por el presidente Gomensoro, a raíz de la celebración del pacto de paz del 6 de abril de 1872, fué un excelente funcionario, cuya memoria se conservó en la capital maragata y donde existe para permanente recordación de su paso por la Jefatura, el monumento conmemorativo de la paz, graciosa pirámide levantada en una plaza pública, por su iniciativa.

Confirmado en su cargo por el presidente Ellauri en 1873, cuando tuvo noticia de que los jefes militares de la guarnición de Montevideo habían depuesto a las autoridades constitucionales el 15 de enero del 75, reunió las policías a su mando para hallarse en condiciones, llegado el caso, de defender la legalidad, conforme lo hicieron sus correligionarios el Jefe Político de Canelones, Angel Méndez, y el de Florida, Antolín Urioste, y se puso inmediatamente a órdenes del coronel Timoteo Aparicio, jefe militar del Partido.

Pero el caudillo analfabeto, mal aconsejado y bajo la sugestión de los políticos ambiciosos y desaprensivos que por lo corriente supieron rodearlo, aceptó, casi en seguida y antes de recibir contestación definitiva del depuesto presidente Ellauri, entrar en negociaciones con el gobierno usurpador de Pedro Varela. De estos tratos vino a resultar el llamado convenio de Florida, suscrito el 19 de enero, según el cual “vista la renuncia implícita (sic) del Presidente” y “a fin de que se mantuvieran firmes y efectivas las garantías de la Paz de Abril”, se reconocía y se acataba el gobierno de fuerza de Montevideo.

Esta declaración y el subsiguien-

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