te apoyo al régimen de facto, le valió a Aparicio el grado de general y se tiene por verdad que ciertos personajes civiles de su consejo íntimo, obtuvieron ventajas que no podían consistir, precisamente, en galones.
El sentido ostensible del pacto que Castellanos firmó junto con los delegados bancos, era dejar a salvo y garantizadas por la autoridad de Pedro Varela las cláusulas y ventajas de la Paz de Abril.
En tal concepto, Castellanos no sólo se abstuvo de colaborar con el gobierno usurpador sino que, en la primavera del mismo Año Terrible — 1875 — prestó su apoyo a la reacción armada que se conoce con el nombre de Revolución Tricolor, sirviendo al lado del coronel Angel Muniz.
Erigido el coronel Lorenzo Latorre en dictador de la República, un considerable grupo de hombres del Partido Blanco, creyendo que era necesario salvar a la nación de caer en el abismo de anarquía y bancarrota hacia donde marchaba, adhirió al régimen de fuerza de aquel militar, traidor a sus amigos, que por otro lado se declaraba gobernante al margen del Partido Colorado.
Incluído en el grupo colaboracionista, Castellanos aceptó el nombramiento de Administrador de Correos que se le confería por decreto de 21 de mayo de 1877, Llevaba, al hacerse cargo de su destino, carta blanca dada por Latorre, para hacer todas las modificaciones y remociones que tuviera por convenientes.
Por término superior a tres años estuvo Castellanos al frente de la repartición postal, a la cual comenzó por cambiar el nombre para denominarla Dirección General de Correos, de acuerdo con un decreto orgánico que mejoraba el instituto, hecho sobre el modelo del que regía en los correos belgas. Porción de servicios nuevos fueron establecidos, tales coro las tarjetas y los giros postales, los buzones urbanos, las estafetas. ambulantes, el establecimiento de cerca de 200 agencias distribuidas en todo el país y por último, la adhesión de la República a la Unión Postal Universal con asiento en Berna, cuya consecuencia inmediata fué una notable reducción las tarifas.
Mal visto por el gobierno de Vidal, que sucedió al de Latorre cuando éste tuvo que huir del país, las hostilidades principiaron contra Castellanos. Atacado desde las columnas de “La Nación” en setiembre del año 1880, a esta campaña siguió la suspensión provisional, decretada de oficio, que era la antesala del cese, El 8 de enero del año siguiente, Juan Peñalva estaba nombrado en lugar suyo.
Diputado nacionalista a la 16ª legislatura en 1888, dió su voto al Dr. Julio Herrera y Obes en la elección presidencial de 1890 y éste lo