Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/316

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Negro cuando la revolución pudo contar con más de un ejército y contribuyó a muchos sucesos favorables en el complejo desarrollo de las operaciones, experimentando asimismo un serio contraste en la Horqueta de Don Esteban, donde su antiguo amigo, el comandante Timoteo Aparicio, le hizo perder varios buenos oficiales el 15 de octubre del 64.

Triunfante la revolución en 1865, Enrique Castro se vió nombrado Jefe Político del Salto el 4 de marzo.

Ascendido a coronel mayor (general en el escalafón antiguo) el 19 de mayo, marchó seguidamente al ejército de operaciones contra el Paraguay. Desde Yatay, primera batalla de la guerra ganada por los aliados en territorio de Corrientes el 17 de agosto de 1865, hasta acampar en Cerro León a fines del 69 — promovido a brigadier general el 24 de noviembre de 1868 — Castro tuvo continua y sobresaliente participación en la dura campaña y a contar de octubre del 68 — cuando el general Flores vino a Montevideo — actuó como general en jefe de las tropas nacionales, para saber desempeñarse en igual plano que los más considerados jefes de la alianza, valeroso en el campo, discreto en el consejo y oportuno en todo.

Resuelto el regreso de nuestra División por virtual término de la guerra, Castro retornó a la patria con los escasos 150 hombres que constitituían el glorioso resto de nuestro denodado contingente, el 29 de diciembre de 1869.

Poco tiempo tendría para descansar de las fatigas de 4 años; el 5 de marzo del 70, el coronel blanco Timoteo Aparicio, viniendo de la República Argentina enarboló bandera revolucionaria y el 18 del mismo mes el presidente Batlle designaba al general Enrique Castro Comandante General en Campaña.

Sirvió al gobierno con lealtad, puestos los ojos en el triunfo contra el enemigo común, cuando militares de su graduación y categoría se preocupaban al mismo tiempo de cuestiones de política, ambiciosos ellos mismos o instrumentos de ambiciones ajenas. Así se explica, por ejemplo, que combatiera en Severino a órdenes de un jefe de su izquierda, pasando por alto detalles jerárquicos. Nombrado general en jefe de los ejércitos gubernistas por dimisión del general J, G. Suárez, ganó sobre los revolucionarios la brillante victoria de Manantiales, el 17 de julio de 1871.

En los acontecimientos que subsiguieron al motín militar del 15 de enero de 1875, la actuación del general Castro no estuvo a la altura de sus saneados prestigios, pues atado a hombres de la nueva situación por compromisos anteriores y bajo la sugestión de las divisas tradicionales, aceptó el cargo de comandante general al sur del Río Negro, el mismo día del motín, cargo que se le volvió a confiar con fecha 10 de setiembre, Pero ni a él ni a general alguno de los viejos, blancos o colorados, le fué dado hacer cosa vale-

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