dera contra les revolucionarios de la Reacción Nacional, porque el Ministro de la Guerra, coronel Lorenzo Latorre, declarando por decreto de 4 de noviembre que la misión de los ejércitos en campaña estaba concluída, tomó a su cargo la dirección de las operaciones y pudo aplastar con movimientos rápidos de sus soldados de línea, bien armados y superiores en número, al ejército ciudadano.
Desde ese momento Castro deja de figurar como soldado y recién el año 94, de acuerdo con los preceptos de una nueva ley, se le confirió el 22 de julio, por el gobierno de Santos, el grado de teniente general, la más alta jerarquía en la milicia.
El comité de guerra que en 1886 preparaba en la República Argentina un movimiento armado que pusiere término a una situación política indigna de la República, empeñado en eliminar el obstáculo al parecer insoluble del jefe militar, que encabezaría la revolución, creyó hallar la fórmula confíándola conjuntamente y bajo ciertas reglas a dos generales de distinta opinión, Enrique Castro, colorado y José Miguel Arredondo, blanco. Y así se pactó en las bases de la Carta Orgánica de la revolución, «suscrito en Buenos Aires el 27 de enero de 1886.
Era una solución de emergencia conforme lo era asimismo la constitución del triunvirato de gobierno que formarían los generales Lorenzo Batlle, Castro y Arredondo, la cual si bien podía encerrar problemas de futuro daba una pauta para los días iniciales de la campaña.
Pero la derrota completa sufrida por el ejército revolucionario en los Palmares del Quebracho, Paysandú, a los dos días de pasar el río Uruguay, el 30, 31 de marzo de 1886, concluyó en un instante con planes y con esperanzas patrióticas.
El general Castro, lo mismo que Arredondo, consiguió escapar a duras penas de la persecución y pasar las fronteras, El primero de ellos pisó tierra argentina el 2 de abril; el segundo cruzó la línea del Brasil.
El capítulo de las responsabilidades que sigue siempre a los fracasos se vió abierto al punto, pero el buen nombre de Castro pudo salir ileso.
Los cambios políticos de diciembre de 1886 permitieron al veterano guerrero, cuya salud estaba seriamente quebrantada, regresar a Montevideo — reincorporado al ejército el 9 de noviembre — y vivir en paz hasta el 16 de setiembre de 1883, fecha en que terminaron sus días.
CASTRO, FORTUNATO
Jefe militar, muerto en servicio de la Patria en la guerra del Paraguay. Después de haber hecho toda la campaña de 1863-65 en las filas floristas como ayudante de órdenes del general Francisco Caraballo, que depositaba en Castro una gran confianza; recibió encargo de aunar elementos para un cuerpo de infante-