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toriosa jornada de Cagancha y al regresar este a la capital lo llamó para ocupar la cartera de Guerra y Marina, puesto en el que se mantuvo del 5 de enero al 29 de octubre de 1840.

De nuevo en campaña y llevada la guerra a Entre Ríos, tocóle asistir a la fatal jornada de Arroyo Grande en la cual Rivera, acaso por precipitarse, perdió lamentablemente un gran ejercito, el 6 de diciembre de 1842, dejando la Republica abierta a la invasión.

El general Aguiar, así que los restos del ejército pasaron el Río Uruguay hizo reunión de gente en Paysandú y cuando tuvo unos 250 hombres los entrego al presidente y anticipándose a este vino a Montevideo, en el momento preciso en que allí requeríanse personas de mas entereza y condición que el impopular y ambiguo ministro Vidal. Inmediatamente tomó el Gral. Aguilar la cartera de Guerra en el Ministerio el 4 de enero del 43 y comportóse como un verdadero militar, activo y firme, pese a lo quebrantado de su salud.

Apenas el general Rivera llegó a la capital, de donde tardó muy poco en salir de nuevo con propósito de organizar las fuerzas del interior del país, el Ministerio quedó modificado yendo a la secretaría de Guerra el coronel Melchor Pacheco y Obes y Aguiar pasó a acompañar al presidente en campaña. Aquella etapa durísima, iniciada en el invierno del 43, agotó al general, el cual no obstante alcanzó a desempeñarse como Jefe de Estado Mayor, mandar el centro en el combate de los Molles en enero de 1844 y en mayo operar en larga escala en Cerro Largo.

Después de sufrir inauditas penurias y toda clase de privaciones con admirable entereza, murió en el campo — al año y medio de servicios — cerca de Tacuarembó, victimado por una hemorragia pulmonar, el 26 de noviembre de 1844, a los 38 anos de edad.

El general Cesar Díaz consigna en sus Memorias la macabra referencia de que su cuerpo, sepultado cerca de un arroyo, fue desenterrado por los feroces enemigos, exponiéndolo a ser pasto de los animales. Hubo tiempo sin embargo de salvar el cadáver.

El 16 de diciembre de 1869, doña Máxima Aguiar de Aguiar, su viuda, se presentó al Ministro de Guerra y Marina, expresándole que existiendo en el departamento de Tacuarembó los restos del general, “donde la amistad y el patriotismo del sargento mayor don Felipe Rodriguez, le hizo tomar a su cargo el depositarlo en un nicho de aquel destino”, solicitaba que aquellos restos vinieran “a ingresar en el Panteón destinado a los buenos servidores de la Patria”.

Pedía además, que los gastos que ocasionara la traslación de esos restos, fueran costeados por la Nación, “por no tener ella los recursos necesarios para efectuarlo a su costa”.

El 17 del mismo mes y año el Ministerio de la Guerra dispuso se avisase al Ministerio de Gobierno para que ordenara al Jefe Político del departamento de Tacuarembó