Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/322

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rición violenta del presidente Idiarte Borda en agosto de 1897, volvió entonces a sus estudios y a sus trabajos con la dedicación de siempre, hasta que la muerte lo vino a tomar sorpresivamente en el Ateneo de Montevideo, en momentos en que actuaba como Secretario de la Comisión Americana de la Paz, el 27 de julio de 1900.

Lamentando Rodó la temprana muerte del ex-ministro y puesto a comparar su carrera con la de su progenitor, observó con palabras magistrales “el admirable ejemplo de lo que el natural desenvolvimiento del espíritu público ha debido hacer y sólo en parte ha hecho, en la actuación sucesiva de dos generaciones, adaptándolas a las nuevas condiciones del ambiente: el brío guerrero transformado en la tenacidad del trabajador; el sentimiento de abnegado amor a la divisa en el amor al ideal más alto, del trabajo y la paz; la infatigable decisión de las campañas militares en la perseverancia del estudio y el entusiasmo de las iniciativas de adelanto; la magnanimidad militar, en la virtud civil de la tolerancia y la benevolencia”,


CASTRO, MARCELINO Cleto

Jefe del ejército nacional muerto en la guerra del Paraguay, siendo teniente coronel y jefe del batallón “Voluntarios de la Libertad”, el 24 de mayo de 1866.

Oficial de la Cruzada Libertadora en 1863 - 65, ingresó al escalafón de línea como capitán con grado de sargento mayor el 15 de abril de 1865 y ascendió a teniente coronel graduado el 19 de mayo del mismo año, pasando a formar parte del Ejército de Operaciones contra el tirano paraguayo, Francisco Solano López.

Oficial ilustrado, se desempeñó como corresponsal del diario “La Tribuna” en el teatro de operaciones, desde donde envió varias cartas interesantes.

En el terrible combate de Tuyutí, el 24 de marzo de 1865, la unidad de su mando — igual que el batallón “Independencia” — quedó diezmada a tal punto, que fué preciso refundir ambas unidades en una sola.

La muerte del comandante Castro y la del capitán Fortunato Castro, ocurridas casi simultáneamente, contribuyeron sin duda a agravar la situación de los Voluntarios, sobre los cuales — por infausto error — la propia artillería aliada disparó cierto número de proyectiles.

En medio de la lucha, el abanderado Ferreira, herido, no pudo pasar a ningún compañero la bandera del cuerpo, optando entonces por enterrarla en estero inmediato.

Al día siguiente el coronel León de Palleja, incapaz de aceptar resignado una pérdida de esta especie, hizo rastrear el pantano por los soldados de su batallón “Florida” buscando — inútilmente — en el barro ensangrentado, la bandera nacional.

Inútilmente, sí, porque el 28 hubo

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