Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/326

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doba, Secretario de la Delegación enviada al Paraguay por la Junta de Mayo en 1811, a la ocupación de Montevideo por Alvear revistió igual calidad cerca del coronel Soler, gobernador de la Provincia Oriental y fué diputado por Montevideo a la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Más tarde convirtióse en periodista de ideas inciertas, suspendido entre todas las fórmulas y todas las soluciones en que se desorientaban los hombres de la revolución argentina.

Su diatriba contra Artigas “donde todos los detractores del gran hombre han ido a buscar materiales y argumentos”, es un opúsculo infame que circuló bajo seudónimo y en el que mentía a sabiendas, Lleva el título “El protector nominal de los pueblos libres, don José Artigas, clasificado por el amigo del orden”,

Mezclado en la política argentina, Cavia fué partidario decidido y amigo de Facundo Quiroga, a quien llamó el Aníbal de Sud América, en un periódico que redactaba.

Las tormentas políticas de su país lo trajeron desterrado a Montevideo, donde en 1838 publicó un folleto que lleva por título “Recurso al Tribunal Supremo de la opinión pública”.

Aliado a la política de Rosas, a quien había combatido en un principio, escribió en la “Gaceta Mercantil” una serie de violentos artículos rebatiendo a “El Nacional”.

Antes de la caída del tirano, un olvido completo rodeaba al libelista y la noticia de su muerte fué la noticia de que había vivido hasta esa fecha. Solamente las calumnias de su opúsculo del año 18 han conservado el recuerdo de su nombre. Pero el venenoso folleto, que principiaba con las palabras “al arma, al arma, seres racionales, contra este nuevo caribe destructor de la especie humana”, hállase actualmente rebatido hasta la última línea y ha dejado de ser una obra de materia histórica, reducido a una mera curiosidad bibliográfica, con su cúmulo de calumnias tejidas caprichosamente y por encargue, “en momentos en que llegaba al puerto de Buenos Aires la fragata norteamericana “Congress” en que venían los agentes que el gobierno que la Unión enviaba a saber si podía o no proceder al reconocimiento de la independencia de las provincias del Río de la Plata, que gestionaba con ahínco el Directorio de Pueyrredón”. Había en ese entonces, según la opinión del historiador nacional Lorenzo Barbagelata, un interés palpitante en hundir y desautorizar a Artigas, para que la causa de las provincias no apareciera diseminada en varias manos como en realidad lo estaba y como verdaderamente lo comprendieron los estadistas norteamericanos comisionados.

El crédito que le pudo conceder Antonio Zinny — no libre desde luego el esclarecido polígrafo de la influencia de los historiadores porte-

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