Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/351

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secuciones del dictador y con pie de imprenta de Montevideo a fin de que se la tuviese por edición clandestina, hizo imprimir el valiente opúsculo “Panfletos contra Puñales” que alcanzó mucha resonancia, pues era un ataque franco y descubierto al tirano. Después de un tiempo, en 1880, apareció su libro “Nirvana” serie de estudios sociales, políticos y económicos del Uruguay, obra difusa donde se tratan varios temas. El mismo año participó y dió dinero para un supuesto plan de revolución contra la dictadura uruguaya,

Cuando Latorre desapareció del escenario político nacional, el Dr. Costa constituyóse de nuevo en su país, y por influencia del Dr. Mateo Magariños Cervantes, ministro del Dr. Vidal, fué nombrado Fiscal de Hacienda el 3 de abril de 1881.

En la presidencia de Santos tuvo un período de perfecta armonía con el gobernante y a esa época corresponde una cálida oración fúnebre en la conmemoración de los Mártires de Quinteros, pieza grandilocuente y de enfervorizado partidarismo.

El 8 de octubre de 1382 Santos lo designó Auditor de Guerra, pero a los diez días hubo de presentar renuncia, Un artículo de su firma publicado en “El Siglo”, de cuyo texto podían deducirse veleidades anexionistas o ríoplatensistas cuando memos, había producido el distanciamiento. Una vez separado de la situación, Costa reapareció en la prensa como opositor.

Pero Santos tenía medidas de tolerancia que no era posible pasar sin exponerse a sus iras, y el Dr. Costa — víctima de un evidente atentado — fué preso en setiembre del 86, dándosele por cárcel, con centinelas de vista, el famoso cuartel del 5° de Cazadores. Perdió entonces la serenidad que los verdaderos hombres de lucha conservan para estos casos, y treyendo su vida en peligro quiso ablandar a Santos mediante influencias diplomáticas, y la promesa de que no volvería a atacarlo, El presidente, que no tenía odios contra el publicista, lo hizo poner en libertad. Costa, apenas en la calle, magnificó el capítulo de su prisión doliéndose de haber sido víctima de terribles amenazas y de vejaciones que en verdad no habían existido.

La nueva política de la conciliación tomó de improviso al Dr. Costa, el cual, durante la presidencia de Tajes, parecía oscilar entre un coloradismo histórico y un constitucionalismo vergonzante, juzgando por la propaganda de “La Defensa” y “El Progreso”, diarios de corta existencia donde escribía.

Suplente de senador por Florida convocado en 1891, se resintió por la escasa importancia que el presidente Dr. Julio Herrera y Obes daba a sus proyectos y a sus consejos financieros y combatió sin resultado la misión confiada al Dr. José E. Ellauri en Europa, que tan inmensos beneficios reportó al país, así como también criticó los planes económicos.

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