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tario, retornó De Gregorio Espinosa a Buenos Aires, asiento de sus intereses y en la capital porteña vi- no a ser como una especie de prestigioso agente confidencial, ocupado siempre en servir a esta patria uruguaya, empeñando en favor suyo y de sus bien entendidos intereses, la alta influencia de que gozaba en la propia.

En servicio de nuestro país, según afirma Andrés Lamas, no vaciló en enfrentar una situación que le creaba grandes compromisos y disgustos, en una tentativa de conseguir las armas y pertrechos bélicos que el gobierno de Montevideo necesitaba.

Ligado a Rivera por la estrecha amistad de que se habló al principio, la desastrosa muerte, a manos de los indios charrúas en 1832, del coronel Bernabé Rivera, sobrino del caudillo a quien quería entrañablemente, puso una nota sombría en el último período de la vida de este varón, meritorio cuanto generoso y patriota, que vino a extinguirse en Buenos Aires el 18 de agosto de 1834.


DE LA HANTY, JOSÉ

Periodista y funcionario, que introdujo la imprenta en la Villa del Salto, dirigiendo “El Salteño”, periódico semanal aparecido en setiembre de 1859.

Había visto luz en San José en 1825 y desde mozo tuvo participación en lides periodísticas, Le tocó formar entre sueltistas y gacetilleros en épocas de enconada lucha, cuando un artículo de oposición al gobierno podía pagarse a caro precio.

Era del personal de “El Comercio del Plata” en Montevideo, en los días de la presidencia de Pereira, en que el Dr. Antonio de las Carreras acusó ante el jurado popular a José Cándido Bustamante por sus publicaciones sobre las matanzas de Quinteros. Cerrada la imprenta y dispersos los redactores, De la Hanty fué reducido a prisión a pretexto de ser director de la hoja de caricaturas “Charivari”, que veía luz conjuntamente con “El Comercio”.

Obligado a ausentarse de la ciudad, quiso tentar fortuna planteando, con ayuda de los hermanos Marella, tipógrafos veteranos de Montevideo, el establecimiento de una imprenta en el Salto, la más importante de las poblaciones de ambas márgenes del litoral del río Uruguay. Bautizada “Imprenta Liberal”, en sus prensas salió “El Salteño” en la fecha apuntada al principio. Pasado “El Salteño” a otras manos, la vida del papel público se prolongó sobre la permanencia del fundador, a quien se le halla en Montevideo al frente de la hoja festiva “Zipe-Zape” (abril - agosto de 1865).

Más tarde ingresó a la administración nacional como empleado de la Dirección de Obras Públicas, donde tuvo categoría de secretario en 1878. Transformado este organismo

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