Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/376

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técnico en Departamento Nacional de Ingenieros, De la Hanty conservó en el nuevo instituto idénticas funciones,

De ideas liberales, un tanto combativo por naturaleza, tuvo prolongada figuración en la Masonería Uruguaya, de la cual fué gran secretario durante muchos años.

El 6 de noviembre de 1901 su vida terminó en Montevideo, cuando aun servía su puesto en el Departamento de Ingenieros.


DE LA LLANA, JULIAN

Militar que ascendió hasta el grado de general de división en nuestro ejército, caudillo prestigioso en la región del Este, con gallarda actitud ciudadana en el movimiento de la Reacción Nacional del año 75.

Nativo del antiguo gran departamento de Maldonado, donde vió luz el 23 de diciembre de 1825, hijo de Juan de la Llena y de Ana Suárez, su pago propiamente dicho era el Aiguá, una de las más hermosas zonas de la tierra levantina, donde poseía su estancia.

Toda la vida, mismo en los últimos tiempos en que él se empeñó en subrayar cuál era su verdadero apellido, de la Llana fué conocido pública y popularmente por Llanes, como lo habían sido sus ascendientes más próximos.

Soldado de caballería de guardias nacionales en 1842, en la Guerra Grande ascendió a cabo el año siguiente y en el 44 fué promovido a alférez, Su ingreso en el ejército de línea se verificó siendo teniente 2° el 15 de abril del año 50, con antigüedad de 1° de enero de 1846 (cambiada su antigua arma por la de infantería, conforme consta en el respectivo despacho) y llegando luego a teniente 1° el 15 de octubre del 52.

Había hecho toda la guerra de diez años, siempre en movimiento, siempre en guardia, alternativamente vencedor o vencido, jugándose la vida en el combate un día y otro, a órdenes de renombrados jefes de aquellas abruptas regiones serranas cuyos prestigios, una vez que ellos desaparecieron, debía heredar.

Capitán el 18 de noviembre de 1854, con servicios en la policía del departamento de Minas, acompañó al coronel Brígido Silveira cuando se levantó en armas por el Partido Colorado en 1857, pero, lo mismo que varios jefes, salvó felizmente de hallarse entre los capitulados de Quinteros.

Reincorporado al ejército amparándose a una ley de amnistía, su vida fué la de un simple estanciero pacífico hasta que el 10 de junio de 1863, a los dos meses de invadida la República por el general Flores, el capitán de la Llana se plegó al movimiento revolucionario, por cuya causa la superioridad, en decreto de 23 de junio de 1863, lo hizo radiar de la lista militar “con prohibición

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