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Río Janeiro de una carta de Artigas, cuyo texto vendría a probar que el dinero mandado para socorro de los patriotas prisioneros en la Corte Imperial, lo envió el Protector por intermedio del mismo Barón de la Laguna. En este caso, el viaje de De los Santos tendría que ser sometido a una revisión.


DEL PINO, SIMON

Militar que formó en calidad de sargento mayor entre los 33 expedicionarios patriotas que el 19 de abril de 1825 desembarcaron en la Agraciada, bajo las órdenes del general Lavalleja, en un audaz esfuerzo para provocar el levantamiento del país contra los brasileños que lo dominaban, convertido en la Provincia Cisplatina del Imperio.

Los servicios de Del Pino, sin embargo, remontábanse a tiempos más lejanos, pues había sido soldado y oficial de Artigas, tocándole pelear en la batalla de Las Piedras y ser de los sitiadores de Montevideo.

Sólo después de abatido el gran caudillo — y cuando ya tenía grado de capitán — aceptó como tantos otros compatriotas las prepotencias extranjeras, del mismo modo como se aceptan, con todas las reservas necesarias, las cosas carentes de remedio inmediato.

Cuando los rumores de que se estaba gestando un movimiento armado contra la dominación tomaron cuerpo y por ciertos motivos se les pudo creer revestidos de un manto de verdad, Del Pino, a quien las autoridades extranjeras tenían catalogado como un elemento irreductible y disimulado enemigo, escapó a Entre Ríos, para no volver sino el 19 de abril del 25.

Oriundo del actual departamento de Canelones, donde era propietario rural, allí había hecho y allí conservaba el prestigio que le aportó hombres para remontar las milicias locales, cuyo mando se le dió por Lavalleja casi en seguida y con ellas fué partícipe de las operaciones subsiguientes al 19 de abril, hallándose en la batalla de Sarandí el 12 de octubre del mismo año.

Sus coterráneos de la jurisdicción de San Juan Bautista lo votaron para diputado a la Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa de la Florida, siendo uno de los firmantes de los actos de soberanía del 25 de agosto.

Cuando el levantamiento de Lavalleja contra los poderes públicos en julio de 1832, los vínculos de amistad y compañerismo de armas que lo unían a varios de los sublevados, principiando por el que hacía cabeza, pareció que lo arrastraría a secundar el alzamiento anárquico, pero — según Melián Lafinur — el coronel Manuel Oribe, a servicio de la administración de Rivera, consiguió neutralizarlo y mediante una nota elevada a la superioridad el 22 de agosto, satisfactoria respecto a su actitud, se le aceptó a servicio del gobierno y vuelta la tranquilidad

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