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triunfo a despecho de los enemigos o simpatizantes de la tiranía derrotada que existían en la capital.

El nuevo presidente Juan Francisco Giró lo hizo su Ministro de Guerra y Marina con fecha 14 de marzo de 1852, pero disenciones derivadas precisamente de la elección presidencial, lo obligaron a abandonar la cartera el 2 de junio.

Señalado como enemigo del gobierno, no tuvo parte sin embargo en el conflicto del 18 de julio de 1853, que dió por tierra con el régimen constitucional, pero una vez organizado y en funciones el Triunvirato, el 25 de setiembre, Díaz no solamente le ofreció su concurso sino que, virtualmente disuelto aquél por la muerte sucesiva de dos de sus miembros, los generales Lavalleja y Rivera, entró a ser integrante del ejecutivo pluripersonal. Así las cosas, cuando el 24 de noviembre, el único triunviro titular coronel Venancio Flores, se ausentó de Montevideo por razones militares, el mando del ejecutivo pasó a la persona de Díaz con el título de Encargado del Gobierno Provisional. Exacerbadas al máximo las pasiones en aquellos días terribles, expidió el general los dos lamentables decretos del día 12 de diciembre del 53: el que declaraba caduco el Tratado de Paz del 8 de octubre del 51 y el que ponía fuera de la ley al ex-ministro de Giró. Bernardo P. Berro, a quien, tanto las autoridades superiores como subalternas, quedaban autorizadas para pasarlo por las armas sin más requisito que la identidad de su persona, El primero a nada bueno podía conducir y en cuanto al hecho de que Berro fuese el alma de la resistencia armada que se sostenía en campaña por elementos del Partido Blanco, no justificaba en ningún caso una orden terrible.

El 7 de enero de 1854, reasumido por Flores el Poder Ejecutivo, Díaz pasó a ocupar el puesto de Encargado de Negocios en Buenos Aires, destino que se le había confiado por decreto de 24 de noviembre, pero que estaba en suspenso mientras ejercía su mando provisional.

Candidato a la Presidencia de la República después de renunciar al cargo diplomático, en el interinato de Manuel Basilio Bustamante en 1855, fué extrañado arbitrariamente del país y no regresó hasta que el electo presidente Gabriel Antonio Pereira estuvo en posesión del gobierno.

Denunciado a la Asamblea General en nota reservada de 31 de marzo de 1856, como presunto jefe de una conspiración que se tramaba en Montevideo, continuó en actitud francamente opositora hasta que entrando el Gobierno en el terreno de las violencias, lo desterró una nueva vez, el 18 de diciembre de 1857.

Los excesos de la administración de Pereira, conculcadora de todas las libertades, trajo como consecuencia una violenta reacción de los partidos opositores, y el general Díaz aceptó venir a la República como jefe del movimiento armado que cam-

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