Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/416

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moso notario, en 1886, la sociedad por acciones denominada Compañía Uruguaya de Luz Eléctrica, con un Capital de 260.000 pesos, a cuya reunión llevó un fuerte apoyo el rico industrial Luis Podestá, elegido presidente del primer directorio.

Un ensayo semejante por el sistema Brush, utilizando una instalación ubicada en la calle San José entre Ciudadela y Florida, habíase llevado a cabo con cierta antelación, pero su carácter precario y sus límites muy reducidos, permitirían decir que no tuvo verdadera existencia, correspondiéndole a Díaz y García el título de iniciador.

La usina fué establecida en la calle Yerbal N° 14 y hallóse en condiciones de entrar en servicio el 10 de julio de 1887.

La noche del 18, fiesta patria, tuvo lugar la inauguración oficial del nuevo alumbrado, bajo auspicios satisfactorios y con gran confianza en el porvenir de la compañía, Distantes estaban Díaz y García y sus compañeros de empresa, en sospechar si. quiera la emboscada del destino y que a los tres años sobrevendría la terrible crisis que arrastrando bancos, sociedades y firmas particulares, arrebató en su revuelto torbellino la usina y tedas sus dependencias. Afectadas con hipoteca al Banco Nacional, las propiedades e instalaciones entraron a formar parte de la masa fallida de la que había sido gran institución de crédito. En la liquidación subsiguiente a la catástrofe, la empresa y sus pertenencias se transfirió en pago a la Junta E. Administrativa de Montevideo, mientras Díaz y García, perdida la, fortuna que pudo estimar en algún momento en medio millón de pesos, tuvo que contraerse nuevamente a su protocolo y a sus escrituras.

Logró con su trabajo hacer frente modestamente a sus necesidades, pues ni los años vinientes eran propicios, ni la muerte, que vino a buscarlo en 1908, le dió tiempo para rehacerse.

La Municipalidad de la capital, después de muchos años, pensando que pagaba su deuda con el esforzado hombre progresista, dió su nombre a una calle insignificante en los confines del Paso del Molino, Buena voluntad, tal vez, pero insuficiente como recompensa. Hombres como Marcelino Díaz y García tienen derecho a esperar mucho más de la capital reconocida y Montevideo seguirá en deuda con él mientras no lo haga.


DOMINGUEZ, TIMOTEO

Jefe del ejército, cuyo nombre ha recogido la historia, a mérito de su gallarda actitud patriótica en la isla de Martín García, en 1852.

Hasta el que podemos llamar precisamente su día, Domínguez no había salido de la esfera de los jefes militares cuyos servicios a la causa de la Nación, amenazada por las ambiciones absorbentes de Rosas, el tirano argentino, quedaron probados

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