Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/420

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las maragatas y continuada después en el Colegio “Pio” de Villa Colón, donde fué interno.

Sin concluir carrera liberal alguna, vino a radicarse en Montevideo, donde se abría mayor campo a las aficiones literarias ensayadas en la prensa del pago.

Después de colaborar en una u otra hoja, ingresó en 1887 al personal de “La Razón”, dirigida por el Dr. Ruperto Pérez Martínez y en esa casa, por fuerza de su notable calidad profesional, alcanzó a ser uno de los redactores del diario.

Con marcada inclinación a la literatura teatral, dióse a conocer del público capitalino en 1890, con “Honoria Blanchard”, comedia en tres actos que obtuvo mediocre acogida. Al año siguiente, la renombrada compañía Emanuel - Reitter llevó a las tablas en el Solís, una nueva pieza en tres actos, “Un duelo”, la cual, salvada por los intérpretes, se repitió.

Por sugestión de amigos y colegas porteños como Manuel Lainez y Carlos Vega Belgrano, Duhau, trasladadas sus reales a la capital porteña, desarrolló allí casi medio siglo de actividades periodísticas, como redactor o redactor jefe de “El Tiempo”, “El Diario”, “El País” y “La Opinión”.

Maestro en el oficio, formó a su lado un grupo de jóvenes redactores y cronistas, al tiempo que, con excelentes relaciones políticas y sociales, se vinculaba fuertemente a la vida argentina, sin perjuicio de seguir siendo uruguayo, conforme supo demostrarlo mirando por los compatriotas, cuyos pasos dirigió tantas veces en el extranjero.

Su lealtad al teatro lo indujo, con reiteración, a tentar nuevamente fortuna, pero el éxito no llegó a responder a la espectativa de sus amigos ni a sus esperanzados esfuerzos. “La murmuración pasa”, “La dote”, “La sentencia del hijo” y “El mandato divino”, piezas que subieron la escena en Buenos Aires, lo certifican.

El periodista, en cambio, salvó al comediógrafo y le dió un sitio de distinción entre los diaristas platinos.

Su libro “Tipos al trasluz”, aparecido en 1930, es perfecto exponente de raras y envidiables dotes literarias.

Atacado en años de su vejez por una afección cerebral que progresaba lenta pero insidiosa y como disimuladamente, el día en que los hermanos fueron a buscarlo a Buenos Aires, su casa de celibatario ya había sido objeto de lamentables despojos y su rica biblioteca, y lo que es peor, sus originales y sus archivos literarios, habían desaparecido, sin que Duhau atinara a dar alguna razón explicativa.

Para avaluar lo que esta última pérdida significaba, nótese que en el prólogo de su último libro, el autor manifiesta “tener reunido material para varios tomos”,

Repatriado y viviendo en Montevideo, aquel cerebro tan vigoroso y

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