Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/433

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ño que lo condujo unos días después a Buenos Aires. Planeado un movimiento revolucionario de reacción nacional, el ex-presidente negóse a dar su nombre como bandera de lo que podía parecer reivindicación legitimista al modo de la del general Manuel Oribe, dispuesto por lo demás a declinar constitucionalmente el poder cuando llegase el momento de que alguien estuviese en condiciones de sucederle.

El esfuerzo cívico se tradujo en hechos, no obstante, pero después de sofocada la Revolución Tricolor, en los últimos meses del año y afianzado el régimen del motin cuando el coronel Latorre se proclamó dictador el 10 de marzo de 1876, Ellauri continuó viviendo fuera del país, pasando a la vista de Montevideo — sin desembarcar — recién en 1882, camino de Europa.

Ni siquiera en la presidencia del general Máximo Tajes consintió en el regreso, no obstante el ofrecimiento que de parte de éste había recibido en 1889 para reemplazar al Dr. Domingo Mendilaharzu en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Sólo creyó que el clima político estaba cambiado realmente al llegar al gobierno su viejo amigo y compañero el Dr. Julio Herrera y Obes, en 1890, y entonces se reintegró a la patria después de quince años de voluntario exilio,

Al año siguiente se le nombró Comisionado Especial para negociar en Londres, con los acreedores del Estado, una gran operación tendiente a obtener las mayores ventajas que fuese posible en punto a cantidad, intereses y forma de pago de la deuda pública.

Con gran versación en materia financiera, a la que se había aplicado preferentemente en sus horas de emigración, dominando a perfección él inglés, poseedor por derecho propio del “calificativo irremplazable de gentleman que señala en el idioma de los caballeros honrados la línea correcta de la virtud”, su éxito en el mundo de los negocios de Londres, fué completo. Las negociaciones del Dr. Ellauri tuvieron un resultado beneficioso para la República, en una escala que nadie había llegado a suponer, dado que la consolidación pactada significaba un ahorro de más de 60 millones sobre las antiguas deudas internacionales y los intereses del 5, 6 y 7 % quedaron unificados y rebajados al 3 y medio.

Cuando hubo logrado el objetivo del viaje retornó a Montevideo, sin que su misión significara el mínimo sacrificio para el país, pues al carácter honorario del cometido, unió la negativa de aceptar viático o compensación alguna, y todos los gastos los costeó de su bolsillo.

En 1894, al abrirse la sucesión del gobierno del Dr. Herrera y Obes y en el 15° escrutinio, el 12 de marzo, resultó elegido 13° Presidente Constitucional de la República per 45 votos contra 42 dados a Tomás Gomensoro. El destino, en sus misteriosas y aleccionadoras determina-

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