A los dos meses de su arribo a Montevideo, el recién electo presidente Gabriel Antonio Pereira, lo hizo su Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores el 3 de marzo de 1856, pero no permaneció sino 17 días al frente de la cartera.
El 8 de abril, amparado en la retención de cargo que establecía el decreto de Rivera de 1839, se le re- conoció en posesión de su puesto de Fiscal General.
A su regreso de Europa, la República adeudaba a su Ministro los sueldos de dieciséis años, avaluados per la Contaduría en ciento veintitrés mil pesos. Ellauri habíase mantenido en la legación a costa de la renta o hipoteca de casi todos sus bienes y pasando verdaderas penurias económicas. Después de buscarle distintas soluciones, la deuda fué abonada por cuotas. Ellauri, luego de un año de ejercer la Fiscalía, vióse obligado por su deficiente salud a ampararse en la jubilación, para vivir sus últimos diez años preso en cama y ciego, pero en toda la plenitud de sus facultades.
En la sucesión perpetuamente renovada de hombres y sucesos que forma la esencia misma de la vida republicana — dice su biógrafo — sus servicios pasados san quedando en la penumbra; empezaba para él ese momento injusto y doloroso de los sobrevivientes a su generación, que después. de haber actuado por derecho propio en determinada actividad, asisten desde la soledad y el silencio, al olvido de su nombre.
El 21 de noviembre de 1867, el anciano prócer dejó de existir en Montevideo.
Con fecha 25, el gobierno provisorio del general Flores decretó que los restos del ciudadano que había prestado tan importantes servicios a la Nación, “a la cual consagró su esclarecida inteligencia y su más decidida voluntad”, fueran trasladados al Panteón de los hombres ilustres de la República, que se construiría inmediatamente.
ELLAURI, PLACIDO
Profesor y magistrado. Hijo segundo del Dr. José Ellauri, nació en Buenos Aires el 17 de octubre de 1815, mientras su padre hacía estudios y práctica de abogado.
Doctorado en Derecho en 1854, era todavía practicante cuando en abril de 1852 se le confió la cátedra de filosofía de la Universidad, que debía regentear por tantísimos años, con breves soluciones de continuidad.
Creado por el Poder Ejecutivo, con fecha 28 de mayo de 1864, un Consejo de Instrucción Pública cuyo cometido era reformar la Universidad, el Dr. Ellauri se negó, junto con otros miembros del Consejo Universitario a aceptar esa solución atentatoria, y “ante la imprescindible necesidad de someterse a lo dispuesto
