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diciembre bajo la acusación de que conspiraba contra el gobierno, juntamente con los doctores Julio Herrera y Obes y Angel Brian. Al darse el golpe de Estado del 10 de febrero, cayó con la mayoría legislativa que no consintió en someterse a la imposición de votar presidente a Cuestas para el período 1898-02.

A despecho del cisma que dividía a esas horas al partido nacionalista y al predominio de una tendencia opuesta a la del Dr. Aguirre, éste conservó prestigio suficiente para volver a la cámara electo diputado por Rivera en 1902, y llegar a Presidente del propio Directorio de su partido siendo reelecto diputado por Colonia en 1908.

En esta legislatura 23ª solo una vez concurrió a la cámara, para depositar en la mesa un proyecto de ley electoral sobre la base de sufragio calificado. Ese proyecto, que nunca llegó a figurar en la orden del día, se consideró entonces como la síntesis del pensamiento político de un hombre inteligente y sagaz, desilusionado en la hora final de muchas cosas que habían contado entre los ideales de su larga vida de luchador.

Falleció el Dr. Martín Aguirre en el desempeño de su mandato legislativo el 23 de abril de 1909.


AGUSTINI, DELMIRA

Poetisa, cuyo excepcional valor Rubén Darío fue uno de los primeros en proclamar en 1912, y cuyo primer libro de versos publicado antes de cumplir 20 años, Vaz Ferreira calificó sencillamente como un milagro. Como había llegado, sea a saber, sea a sentir lo que había puesto en ciertas páginas, pareció al filósofo algo inexplicable por completo.

Hija de Santiago Agustini y de María Martfeldt, nació Delmira Agustini en Montevideo el 24 de octubre de 1886 y desde tempranísima edad dió muestras de talento y de precocidad asombrosas, escribiendo sus primeros versos a los diez años y siendo dueña, pronto, de una profunda cultura musical.

Criada y educada en casa de sus padres, la breve existencia de Delmira Agustini no ofrece elementos para redactar la ficha biográfica en su recto sentido de historia o cuando menos de itinerario de una vida.

Su obra está comprendida en cuatro únicos libros titulados: “El Libro Blanco” (1907), “Los cantos de la mañana” (1910), “Los cálices vacíos” y “Los astros del abismo” que dejó pronto y se publicó como obra póstuma.

La crítica contemporánea nacional y extranjera, al emitir juicios unánimes acerca del valor sustantivo de sus versos, estudiados y contemplados bajo todos los aspectos, consagró a la malograda poetisa montevideana como una personalidad de excepción, “meteoro en llamas en el horizonte literario del siglo”. “De todas cuantas mujeres escriben en verso — dijo Darío en los días de su visita a Montevideo — ninguna ha im-

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