Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/453

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tendencia nativa dentro del internacionalismo de la Iglesia, El Papa Pio IX, dominado completamente por la influencia de los jesuítas, en esas circunstancias eligió al segundo de la terna, Jacinto Vera.

Demostró ser hombre de carácter, con pleno concepto de sus deberes y de sus funciones espirituales, cuando en 1858 celebré en la Matriz, sigilosamente y bajo su responsabilidad, una misa en sufragio de los caídos en Quinteros, a solicitud de sus deudos. El Jefe Político coronel Luis de Herrera, que veía en el acto religioso una ofensa al Superior Gobierno y estaba dispuesto a impedirlo de todos modos con el autoritarismo que lo caracterizaba, se encontró de pronto con que la misa ya estaba dicha.

Cura párroco del Salto, desempeñó sus funciones solamente desde el 7 de octubre de 1860 hasta mayo del 61, en que volvió a tener cargo en la capital.

En este mismo año, al plantearse el conflicto eclesiástico que puso frente a frente al presidente Berro y al Vicario Apostólico Vera, Estrázulas estuvo del lado del Vicario, cuya autoridad defendió ya en publicaciones donde no escatimaba adjetivos, ya encabezando los sacerdotes que en octubre del 62 manifestaron en el Fuerte de Gobierno con tanta vehemencia en pro de monseñor Vera, que la autoridad procedió a detener a los más exaltados.

Otra vez candidato a la silla episcopal en la terna de 1880, para suceder a Vera, tampoco obtuvo el consenso de Roma.

Diputado por Montevideo por dos períodos consecutivos —14ª y 15ª legislaturas — 1882-88 — le tocó intervenir en la discusión de las leyes liberales, del gobierno de Santos: obligatoriedad del matrimonio civil, ley de conventos, etc,

Como era natural, monseñor Estrázulas fué un oposicionista decidido, no obstante formar entre los diputados colorados y las palabras con que en la sesión del 13 de abril de 1885 subrayó su voto negativo: “Ciudadano pero antes de todo cristiano” — le valieron una reprobación enérgica de la sala y de la barra.

Es sin embargo bajo el aspecto de médico homeópata aficionado y de filántropo, que la figura de monseñor Estrázulas ha perdurado en el recuerdo popular con simpáticos rasgos,

Desde 1850, sin titulo oficial, pero autorizado por la Junta de Higiene, aunque al margen del reglamento vigente de 1838, merced a una certificación que le había discernido en 1849 cierta sociedad o escuela homeopática de Río Janeiro, principió a ejercer la medicina por este sistema heterodoxo.


Sus conocimientos y su “clínica” servidos por un natural caritativo y bondadoso, reportaron a Estrázulas un gran número de clientes pese a todos los que le negaban saber responsable como médico.

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