Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/46

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cia en servir al país, sirviéndolo honestamente, en lugar de hacer la huelga a los puestos administrativos que al fin, como una consecuencia de aquella, terminaban por ser ocupados por los más ineptos o los más pillos.

Tal vez estaba equivocado pero en ese camino perseveró sin desmayo y sin mácula.

“Siempre sintió desprecio su alma honrada por el vicio impudente y nunca faltó a su pluma un reproche tan culto como se quiera, pero severo en el fondo y en la forma”.

Fecundísimo e incansable, escribía un editorial para cada una de las dos ediciones de “El Siglo”, y tratando de hacer la mejor obra prestigió con la eficacia de su doctrina y la autoridad de su diario, la reforma escolar y las leyes de registro y matrimonio civil, preparando a la vez, con la exposición de los errores de los viejos partidos tradicionales, el camino del partido que luego se llamó “constitucional”.

En 1886, en los últimos días del gobierno de Santos, sufrió también los rigores del momento y hubo de ir a la cárcel con unos cuantos de sus colegas de prensa.

La conciliación política de 1886 fue el triunfo de la propaganda de Albistur, la cristalización del “cada uno ceda un poco” predicado diez años consecutivos. “Tuvo la satisfacción — se ha dicho — de ver triunfar su doctrina por obra de los que más lo fustigaron cuando la predicaba en momentos serios y difíciles.”

Como todos sus contemporáneos, cortejó a las musas y reunió una selección de versos en un tomito que lleva por título “Algunas poesías” — Imprenta de “El Siglo” 1879. No creía Albistur en los frutos de su inspiración, accedía antes al deseo de sus amigos al compilar su libro, en cuyo prólogo dijo ser sólo “la voz de un hombre que pasa; de un hombre que ha sentido y ha pensado; es decir, de un hombre que ha vivido; nada más”.

Una afección de la vista entristeció sus últimos años, dificultado para escribir, pero supo sobrellevar estoicamente el contratiempo, llamando a sí la consideración respetuosa y el cariño de todos.

Falleció el 5 de agosto de 1889, siendo su muerte profundamente lamentada. Sólo discrepó en el concierto unánime de voces justicieras, la voz de los católicos. “El Bien”, cuyos correligionarios habían sido sostén poderoso y corifeos de la sangrienta dictadura de Latorre, no perdonó el posibilismo del periodista liberal “cuya vida” — a su juicio — estuvo dedicada toda entera a saciar su odió insano a las más sagradas creencias, muriendo como había vivido y sin que Dios lo visitara en su última hora”.


ALDECOA, FELIPE

Militar, formado en las filas de los defensores de Montevideo. Nació en la propia ciudad y su nombre aparece en las filas del ejército el 24 de junio de 1843, fecha en que

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