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tomó servicio como subteniente de bandera en el batallón de infantería N° 4 y a los pocos meses de iniciado en la lucha, el 13 de setiembre del mismo año, fue herido en una guerrilla con las fuerzas que sitiaban la plaza.

Ascendido a teniente 2° el 2 de julio de 1844, su nombre figura en las listas hasta el mes de marzo de 1846, en que la revolución riverista lo puso al margen momentáneamente.

El 15 de febrero de 1847 es dado de alta de nuevo en el ejército como teniente 1° y después de prestar servicios por breve tiempo en el Ministerio de Guerra en clase de ayudante y en el Escuadrón de Artillería Ligera, paso al batallón 2° de Cazadores el 3 de octubre de 1847, unidad esta que más tarde, el 20 de julio de 1849, tomó el nombre de “Resistencia”.

Capitán de la 3ª compañia el 5 de setiembre de 1850, formó parte con ese grado y con su unidad, bajo las órdenes del teniente coronel Juan Antonio Lezica, en la División Oriental vencedora en la jornada de Caseros a inmediaciones de Buenos Aires, el 3 de febrero de 1852.

Vuelto a la patria y organizadas en dos batallones las fuerzas de infantería que habían participado en aquella campaña, Aldecoa continuó sus servicios en el que tomó el N° 1.

Afiliado al grupo colorado conservador participó en los sucesos revolucionarios de 1854 y 1855, por cuya causa fue dado de baja del ejército el primero de diciembre de este último año.

En estas circunstancias Aldecoa emigró a la Argentina, donde los vínculos de camaradería que lo ligaban a Bartolomé Mitre, conmilitón suyo en Montevideo, determinaron al expatriado oficial a poner su espada al servicio de la provincia de Buenos Aires, tomando parte en las campañas de Cepeda y de Pavón —1859-60.

Reincorporada la provincia a la Confederación, paso Aldecoa a los cuadros del ejército argentino y al estallar la guerra del Paraguay por la agresión al presidente López, teniendo grado de coronel y el mando del 3er. batallón de infantería de línea marchó en la expedición destinada a la reconquista de Corrientes, donde fué herido.

Apenas mejorada su salud encaminóse de nuevo al frente, trasladado a esas horas a territorio paraguayo y allí continuó la lucha hasta que una bala lo alcanzó en el vientre en la sangrienta batalla de Tuyuty el 24 de mayo de 1866. Evacuado y conducido a la ciudad de Corrientes falleció a las pocas horas de llegar, inhumándose su cuerpo en el cementerio local.

En setiembre de 1872, nuestro cónsul en la capital argentina solicitó la correspondiente autorización para que los restos del destemido compatriota pudieran ser devueltos a la patria.

Una calle de Avellaneda (Provincia de Buenos Aires), recuerda su nombre.

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