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Ferrari, La estatua ecuestre — primera que se había fundido en el país — se descubrió el 12 de octubre de 1902, aniversario de la batalla de Sarandí. El bronce, eternizando al héroe, lo representaba precisamente en el momento de dar en Sarandí la famosa orden de carabina a la espalda y sable en mano.

Cuando vino el día de la erección de un gran monumento a Artigas en Montevideo, Ferrari fué invitado especialmente para concurrir al concurso universal juntamente con seis grandes artistas extranjeros. Su boceto y el del afamado escultor italiano Angel Zanelli entraron en el mismo plano y si bien conforme a la opinión del jurado, correspondía exigir a cada uno de los artistas una nueva prueba, en última instancia optóse por el proyecto de Zanelli.

La resolución afectó profundamente al maestro compatriota, que esperaba ver convertida en realidad el viejo vaticinio de un amigo: la estatua de Lavalleja será el peldaño para la de Artigas. Sin embargo, en la ocasión, Ferrari, obsesionado por un nativismo “a outrance”, había empequeñecido su concepción al materializarla.

Pronto un gran triunfo, obtenido allende el río, compensó esta decepción y el gran monumento consagrador y definitivo que no pudo alzar en la Patria, lo levantó magnífico, en tierra argentina, al Ejército de los Andes.

A poco de inaugurada esta gran obra, recibió Ferrari el encargo de un monumento a Garibaldi en Montevideo y hallábase en tarea de comenzarlo cuando enfermó de modo inesperado en Buenos Aires. Y sin que fuera posible demorar siquiera los avances del mal, el talentoso escultor vino a fallecer en aquella ciudad el 31 de octubre de 1916.


FERREIRA, FERMIN Augusto

Eminente médico y filántropo, natural de la ciudad de Bahía, en el Brasil.

Su hijo el doctor Mariano Ferreira, sin proporcionar datos exactos, se circunscribe a decir que nació en la primera década del siglo XIX, hijo de Fermín Salustio Ferreira y Teodora Ferreira.

Avecindados sus padres en Montevideo cuando el niño era aún de tierna edad, el doctor Lucas Obes, relacionado con aquellos, que había cobrado gran afecto por el niño, quiso tomar a su cargo el educarlo y lo trajo a vivir a su casa, donde el joven Fermín compartió sus años de muchacho con los varones de su edad, pertenecientes a las familias que emparentaban con aquel ilustre hombre público,

Temeroso Obes de que la. nacionalidad de aquella especie de pupilo, pudiera acarrearle alguna implicancia con motivo de la invasión portuguesa de 1816, lo hizo embarcar para Buenos Aires, (previa li-

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