Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/492

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política y la grave situación hacendística lo pusieron en el caso de abandonar el gobierno, virtualmente derrotado por la revuelta de los conservadores en la capital, el 28 de agosto. Renunció ante la Asamblea el 10 de setiembre del 55.

Rechazado por una gran fracción del Partido Colorado no la menos caracterizada por cierto, Flores, en su despecho, entró en tratos políticos con el general Manuel Oribe, jefe del Partido Blanco, para entenderse con él y suscribir el Pacto de la Unión, en el cual se programaba entre otras cosas el olvido del pasado, la fidelidad a la constitución, la integridad de la República y el acatamiento al gobierno que los representantes del pueblo designaran. La elección efectuada el 1° de marzo del 56 recayó en Gabriel Antonio Pereira, candidato sobre el cual había acuerdo previo entre los generales pactantes, Pereira trató de desvincularse pronto de sus poderosos amigos escapando a tutelas extrañas y Flores optó por ausentarse para la República Argentina, mientras Oribe permanecía en el país.

Domiciliado en Entre Ríos, negóse a participar en el movimiento revolucionario colorado conservador del general César Díaz, principiado en diciembre del 57 para terminar trágicamente en Quinteros. En las luchas que sobrevinieron entre la provincia de Buenos Aires y el gobierno de la Confederación, Flores, abandonando secretamente Entre Ríos, tomó servicio con Mitre, siendo uno de los jefes de verdadero valer entre los que obedecían a éste.

Se destacó en la batalla de Cepeda, donde él y los uruguayos a sus órdenes lavaron el honor de la jornada y cubrieron la retirada del ejército mitrista. En Pavón, el 17 de setiembre de 1861, contribuyó al triunfo de Buenos Aires y otro tanto sucedió el 22 de noviembre en Cañada de Gómez. Utilizando después en provecho propio las vinculaciones hechas en estas campañas, preparó la revolución que se llamó Cruzada Libertadora y que inició con un desembarco personal, sin más compañía que la del coronel Francisco Caraballo y dos asistentes, efectuado en la playa de Caracoles, en el departamento de Paysandú, ahora jurisdicción de Río Negro, el 19 de abril de 1863.

Las hostilidades contra el gobierno blanco de Bernardo Berro debían durar hasta el 20 de febrero de 1865, contribuyendo a su triunfo en cierta parte, la mermada capacidad de algunos generales gubernistas y la falta de confianza que en momentos decisivos, faltó a otros por parte del Presidente de la República. Al final, la equivocada política de Montevideo le ofreció ocasión de ser auxiliado por un cuerpo de ejército y los buques de guerra brasileños.

Flores había adoptado la táctica de no presentar combate, agotando a los pesados ejércitos gubernistas en inútiles marchas, al fin de las cuales los caballos, elemento esencial en la guerra criolla de entonces, se desha-

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