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y la ninguna significación militar o política del comandante Felipe Fresnedoso, se ha pensado con juicioso criterio, que solamente una denuncia o una intriga desconocida todavía, podrían darnos la clave del drama en que finalizó su existencia.

Concurre en el caso de este obscuro comandante, la circunstancia excepcional de ser el único crimen de la época latorrista que está documentado en una carta del dictador al Jefe Político del Salto, papel que obra original en el archivo Fernández Saldaña.

Desarreglado en la vida, barullento y pendenciero cuando se pasaba en beber, sin concepto cabal de los deberes que le imponían sus galones, a un tipo de jefe demasiado corriente, para creer que por eso no más el sombrío cuanto receloso Gobernador Provisorio, dictara contra él una de sus inapelables sentencias de muerte.

Oficial de las milicias del departamento del Salto, según los datos constantes en los libros respectivos, ingresó al ejército de línea de orden superior el 22 de octubre de 1867 como sargento mayor. Ascendido a teniente coronel el 29 de enero de 1872, fué dado de baja por haberse sublevado contra el gobierno, a servicio de la Revolución Tricolor en 1875, acompañando al coronel Atanasildo Saldaña cuando éste se levantó en armas con la división del Salto a su mando, para restablecer el régimen constitucional subvertido por el motín militar del 15 de enero.

Esta actitud del comandante Fresnedoso pone en su foja militar una nota de honra.

Concretándose al episodio terminal de su vida, cabe decir que remitido a Montevideo por el Jefe Político del Salto, Juan Cruz y Costa, el cual poseía instrucciones para eso y para cosas mayores también, registradas en el documento-carta de que se habló al principio, Fresnedoso llegó a la capital el 17 de febrero de 1878 y después de varios días de permanencia en ella, se hizo pública la noticia de que una tarde, en vísperas de embarcarse para el Salto, no había regresado a la casa donde se hospedaba.

Coincidiendo con los díceres y comentarios consiguientes, el 3 de marzo, domingo de Carnaval, la aparición del cuerpo de un hombre ahogado en las proximidades de la playa Ramírez, dió asidero a la suposición de que podría tratarse del cadáver del comandante Fresnedoso. Extraído el cuerpo por unos particulares antes de que pudiera intervenir la policía, comprobóse que todavía conservaba en los tobillos restos de la cadena destinada a retener el lingote o pieza de hierro con que había sido fondeado siguiendo las prácticas de estilo. Ramón Murillo, comisario de la 5ª Sección de Policía, teatro del suceso, procedió del modo más rápido, según perentorias órdenes superiores, a conducir al muerto a la lejana comisaría de Pocitos, para de allí llevarlo al cementerio del Buceo.

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