Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/52

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laboraciones en “El Fogón”, periódico nativista donde firmaba con el nombre de “El Viejo Pancho”, su primer libro “Paja Brava”, aparecido en 1915 — que tenía anticipados elogios de periodistas de tierra adentro como Luis Hierro y Casiano Monegal — despertó particular interés.

Desde entonces, el nombre y la fama de Alonso y Trelles no han hecho sino acrecentarse y en la actualidad tiene un puesto eminente y muy personal sobre todo, entre los cultores de la poesía criolla en el Río de la Plata.

“Paja Brava”, colección de versos de la cual se han hecho seis u ocho ediciones es — puede decirse — el único exponente bibliográfico de Trelles, fuera del cual apenas contarían — como elemento de estudio crítico — “Juan el Loco”, poema de 1897, y “Guacha”, ensayo de drama nacional.


ALVAREZ, JULIAN

Constituyente de 1830, legislador y magistrado.

Nacido en Buenos Aires el 9 de enero de 1788, hijo de Saturnino Alvarez, español, y de madre porteña, la buena posición de su familia le permitió tener los mejores maestros de la época y desde 1800 fué alumno del Colegio de San Carlos, pasando en 1804 a la Universidad de Córdoba. Aquí estuvo poco tiempo, pues se traslado a Chuquisaca, siguiendo cursos en la Universidad Mayor de San Francisco Javier, en la cual obtuvo el titulo de doctor en Cánones y Leyes en 1808.

De vuelta en Buenos Aires, sus padres, con el absolutismo de la época, resolvieron destinarlo a servicio de la Iglesia y ya con los hábitos de reglamento aprontábase para disputar en concurso un cargo en la Catedral, cuando la Revolución de Mayo trastorno todos los proyectos, pues Alvarez, en alas de sus íntimas inclinaciones que no lo dirigían precisamente al sacerdocio, adhirió desde el primer momento a la causa de la patria, y en enero de 1811 tuvo un destino en la Secretaría de Gobierno de las nuevas autoridades.

Ligado a la marcha de los sucesos políticos, fue diputado por San Juan en la Asamblea del ano 12, oficial 1° del Ministerio de Obras Públicas y redactor de la Gaceta, sin perjuicio de que en las luchas de las facciones se hubiera visto destituído, procesado y perseguido. A la hora en que la anarquía hizo presa de las provincias, el año 1820, el Dr. Alvarez, que recobraba la libertad después de haberse visto asegurado en la prisión con una barra de grillos, abandonó su ciudad natal y con todos los suyos vino a vivir en Montevideo. Aquí, excusando cualquier contacto con los dominadores de la Cisplatina, contrájose a su profesión de abogado que ejerció con notorio prestigio.

El levantamiento de la Provincia

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