yor el 24 de agosto de 1868, no vino al país sino a mediados de 1869, para actuar al servicio del gobierno contra los revolucionarios blancos de Timoteo Aparicio. Teniente coronel graduado en enero de 1870, obtuvo la efectividad un año más tarde.
Edecán de gobierno desde julio de 1874, producido el motín del 15 de enero del 73, continuó en ese puesto hasta el mes de agosto.
En la campaña de 1875 contra las legiones ciudadanas de la Reacción Nacional, Latorre, Ministro de la Guerra, al crear el nuevo regimiento 1º de caballería en el Durazno el 14 de noviembre, confió a Nicasio Galeano la jefatura del flamante cuerpo, que incluía los antiguos escuadrones 1° y 2°. Erigido Latorre en dictador y habiendo fallecido el comandante Exequiel Fernández, que desempeñaba la jefatura política de Minas, Galeano fué a ocupar dicho cargo con retención de la jefatura del 19 de caballería, el 17 de julio de 1876.
Administró el departamento al mismo estilo que gobernaba Latorre el país, Así, logró purgar de vagos y maleantes la vasta zona minuana abrupta y de malísimos caminos, apta para las escondidas y hazañas de matreros. Un comisario suyo mató en Solís a un paisano de sobrenombre “Clinudo”; otro de idéntica laya, “El Chingolo”, fué muerto en mala ley en la costa del San Francisco, y las citas podrían repetirse.
Uniendo la acción a las órdenes, Galeano, como Pedro el Grande, salía personalmente a dar palo a los malentretenidos y andaba siempre con un rebenque en la mano,
Cuatro años estuvo al frente de la jefatura del departamento de Minas. Buen administrador, tuvo sólo un pequeño entredicho con Latorre por una denuncia falsa o exagerada en punto a dinero, que aclaró satisfactoriamente, Hizo edificar en la ciudad de Minas el edificio que se llamó Cabildo, amplia construcción donde asentaron Jefatura, Junta y principales oficinas públicas. Asimismo llevó a cabo muchas otras mejoras de orden local y departamental.
Producidas de un modo inesperado la renuncia y luego la fuga de Latorre en marzo de 1880, el nuevo gobierno del Dr. Vidal, o más bien, el coronel Máximo Santos, su Ministro de Guerra, lo mantuvo un tiempo en el puesto como observándolo. Galeano, por su lado, vivía casi siempre en movimiento recorriendo las secciones rurales. Fué en esos días que le dijo al capitán Magallanes, comisario de Gutiérrez: “soy un jefe que tengo que andar con la maleta a los tientos”.
En el mes de junio, con motivo de una reunión política habida en Minas con la concurrencia del general Nicasio Borges, en la cual se hicieron referencias a la política del día, Santos halló la coyuntura que buscaba y se dispuso el cese de Ga-
