Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/524

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leano con fecha 5 de dicho mes, en un decreto seco y raso. Galeano respondió con un “manifiesto”, según era moda en la época, fechado y datado el día 7, en Minas.

Incluía en el Manifiesto la fundada renuncia con que contestaba al gobierno, acusando al ministro Santos de maquinar contra él, de intrigarlo y hasta de haberlo mandado asesinar por determinado individuo. Añadía que siendo el Ministro de la Guerra su enemigo personal no quería estar a merced de él y que se iba del país sin esperar la resolución del gobierno acerca de su renuncia. Y todo esto lo decía sólo “para que sirviera de satisfacción al pueblo y a sus amigos a quienes estaba dispuesto a servir”.

Conforme lo prometía se ausentó de Minas — había salido ya de la ciudad al ver la luz su proclama — y el 8 atravesaba la frontera del Brasil por la línea de San Miguel, en la creencia de que un movimiento de reacción latorrista estaba para estallar.

Los diarios santistas de Montevideo señalaron su fuga calificándola de vergonzosa e hicieron resaltar la audacia de Galeano al hablar de derechos y garantías, cuando los había conculcado todos, a la vez que le enrostraron porción de pasadas cosas feas, exageradas o inventadas casi todas ellas.

Reunióse con Latorre en Yaguarón, viviendo con el en el caserón de “Joaquín de las Maquínas”, habitación del dictador prófugo. Conversando estaban los dos cuando — según el historiador riograndense Alfredo Varela — un oficial subalterno que después llegó a general del ejército, subió clandestinamente la escalera de acceso prohibido, quien sabe con que intenciones, en la certeza de que el ex-dictador estaba durmiendo la siesta. Pero ni este ni Galeano dormían y el visitante emprendió precipitada fuga.

Terminados los amagos latorristas en el Brasíl, Galeano volvió al país sin ser perseguido, permaneciendo en Cerro Largo ocupado en negocios de campo, pero siempre como baja en el escalafón. Recién en setiembre de 1883 se acogió a la amnistía de abril del mismo año, presentándose al Estado Mayor para ser repuesto en su grado.

Aconteció luego un fenómeno curioso repetido tantas veces en nuestra vida política : aquel antiguo procónsul de una dictadura sombría y sanguinaria, apareció como uno de los hombres destinados a salvar la patria de la dominación santista.

Galeano principio por irse al Brasil, siendo eliminado de los cuadros del ejército el 24 de febrero de 1886.

Invadió por la frontera del Imperio, pero una fuerza destacada por el coronel Justino Muniz lo dispersó en el Paso de los Carros de Olimar Grande, haciéndole algunas bajas y obligándolo a volver al Brasil. Para esa fecha, el gran movimiento de invasión preparado en Argentina,

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