sorteó con tino evidente. Casi cinco años permaneció en San José como delegado del Poder Ejecutivo e hizo una administración satisfactoria.
El 19 de agosto de 1890 se le dió el mando del 4° de Cazadores, su antiguo cuerpo y seis días después, el 25, fué promovido a general de brigada, Presidia la República el Dr. Herrera y Obes, magistrado civil, que por razones inexplicables, tratándose de un militar de tales antecedentes, lo nombró sucesivamente jefe de la Frontera al sur del Río Negro el 20 de diciembre de 1890; Comandante General de Fronteras al crearse el cargo el 17 de febrero de 1892; y lo ascendió a general de división el 17 de febrero de 1894, para transferirlo a la jefatura del Estado Mayor, donde permaneció hasta el 25 de octubre del 94.
El general García no tuvo mando ni destino en los ejércitos del gobierno combatientes de la revolución de 1897, pero Cuestas, en ejercicio del Poder Ejecutivo, lo llamó a su lado, dándole la Comandancia del Norte del Rio Negro y la jefatura interina del Estado Mayor.
Pudo el ex-presidente Herrera convencerse — aunque tarde — que el militar a quien había dado cargos y distinciones era, en 1898, el mismo motinero impenitente que en 1875 había contribuido a derribar una situación legal, con la diferencia de que si el 15 de enero pudo haberse jugado la vida, e 10 de febrero la impunidad era completa.
García, por su lado, comprobó que la conducta de los poderosos tampoco había variado en un cuarto de siglo, porque Cuestas, una vez con vertido en dictador, se deshizo de él removiéndolo de su cargo en el Estado Mayor a tres meses del golpe de Estado, el 16 de mayo de 1898, sin utilizar sus servicios en todo el término de su gobierno.
El 9 de agosto de 1901, el general Casimiro García dejó de existir repentinamente en Montevideo.
GARCIA, DOROTEO
Ministro de Estado, legislador y ciudadano de útiles actividades, que vinculó su nombre a múltiples iniciativas de progreso.
Nacido en la ciudad de Montevideo el 8 de febrero de 1307, era hijo de Ildetonso García, español, comerciante que enriqueció, después de haber sido uno de los primeros traficantes en carne salada con destino a la isla de Cuba.
Hombre adinerado, conservador y afecto al comercio él mismo, fué Doroteo García miembro del Tribunal del Consulado en 1833-34 y Síndico del mismo, en 1837.
Unido por vínculos políticos al general Manuel Oribe, formó parte como diputado de la 3ª legislatura que inició sus sesiones en 1837. Disuelta ésta por el general Rivera, vencedor, permaneció García en la capitel después de la renuncia de
