GARCIA WICH, EMILIO Gil
Eminente y abnegado médico montevideano. Había visto la primer mera luz el 1° de setiembre de 1832 y en la imposibilidad de seguir carera de medicina en nuestra capital, donde aún no estaban organizados esos estudios, trasladóse a Buenos Aires y allí obtuvo su título, versando la tesis de reglamento sobre la fiebre amarilla.
Distinguido entre sus colegas porteños, fué en octubre de 1860 uno de los fundadores de la Asociación Médica Bonaerense. Pasó luego a París y allí revalidó el título con una tesis sobre “angina estredulosa”.
Establecido en Montevideo entregóse en cuerpo y alma el ejercicio de su carrera, haciéndolo con una nobleza y una abnegación difíciles de ser emuladas.
Médico del Hospital de Caridad, cuando por decreto del 12 de enero de 1864 se organizó definitivamente el Consejo de Higiene Pública, el doctor García Wich fué nombrado para integrarlo como vocal, Negando después a ser el presidente que en su circular de 1° de diciembre de 1864, recordaba a los señores Profe- sores de Medicina y Cirugía “que el servicio gratuito a los pobres de solemnidad es una obligación médica y no una concesión espontánea de caridad cristiana”.
Enviado a Paysandú, que sitiaba el general Flores, como integrante de la Comisión de auxilios que presidía el vicario apostólico Vera a mediados de diciembre del 64, se le descubrieron en el fondo de una caja de cirugía papeles oficiales y cartas para el Jefe de la Plaza en contravención con las reglas de guerra. El médico protestó en términos agrios y por tal motivo el general revolucionario lo separó de las compañeros remitiéndolo preso a su campamento.
En categoría de cirujano mayor que lo asimilaba a coronel, tuvo el nombramiento de jefe del Hospital Central de Sangre en el cuerpo de sanidad instituido en las postrimerías del gobierno de Aguirre el 6 de enero de 1863, ante un posible ataque a la capital.
En 1666 alojó en su casa particular a varios heridos de nuestro ejército traídos del teatro de la guerra del Paraguay, para tenerlos de ese moda bajo su inmediato y constante cuidado.
En diciembre 11 de 1867, el gobernador Flores “considerando sus servicios distinguidos y aptitudes profesionales lo nombró cirujano mayor del ejército” sin preocuparse de que era enemigo político.
Azotado el país por el cólera en 1868, redactó las Instrucciones que se publicaron por la Junta de Higiene, tendientes a evitar la propagación del flagelo y conteniendo las normas del tratamiento que se creía más apropiado.
El Dr. García Wich venía resin-
