Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/556

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Enardecida más cada día la lucha política en el país, en horas en que iba a iniciarse en tareas profesionales, proyectó junto con José Batlle y Ordóñez — su condiscípulo y amigo — sacar a luz un diario de combate, pero la idea quedó abandonada una vez que Carlos M. Ramírez dejaba vacante la redacción de “La Razón” y era preciso encontrar quien lo reemplazara. Gil y Batlle pusieron al frente del diario, pero el segundo no demoró en retirarse, quedando el Dr. Gil como redactor jefe. Demostrando notable calidad de periodista, en fondo y forma, faltábale todavía — dice Williman — un poco de experiencia, y exigido por la tiranía del trabajo diario, sus artículos solían resentirse por carencia de suficiente trabazón.

Perseguido y amenazado por elementos gubernistas, vino el caso de ponerse a cubierto de un atentado probable y ausentóse para Buenos Aires.

Recién volvió a pisar tierra uruguaya en marzo de 1886, formando parte del ejército revolucionario que invadió la República por Guaviyú — costa de Paysandú — el día 28, como capitán de compañía del batallón comandado por el coronel Gerónimo de Amilivia.

El 31, próxima a concluir la batalla empeñada en los palmares de Quebracho, una bala, atravesándole el pecho concluyó casi instantáneamente con la vida del Dr. Teófilo Gil, a los 26 años de edad.

Conforme al pensar de Carlos Warren, uno de sus más próximos de campaña, salió de Buenos Aires con el presentimiento de que no iba a volver.


GIMÉNEZ, EUSEBIO Eustaquio

Cronista de historia y benefactor de su nativa tierra de Soriano, con la generosa donación a la ciudad de su cuna, de la biblioteca y museo que llevan su nombre.


Nacido en Mercedes el 2 de noviembre de 1850, era hijo de un comerciante español a quien los trastornos de la vida uruguaya, revuelta e inestable, llevaron a vivir en Buenos Aires, por lo cual Giménez hubo de estudiar y formarse en la capital argentina donde tomó estado y fué notario acreditado por su competencia y honradez. Ejerciendo su carrera por espacio de sesenta años llegó a el decano de los escribanos bonaerenses.

Naturalizado argentino en 1873 — por exigencias profesionales — no por eso se sintió ni por in momento ajeno a la patria de origen ni olvidó el rincón nativo, conforme lo puso de manifiesto en los dos tomos de prosa en que reunió sus reminiscencias y sus impresiones de la niñez y de la juventud bajo el título de “Recuerdos del terruño”, publicados en Buenos Aires en 1919 y 1930.

Elemento distinguido por su cultura entre la primera fila de connacionales residentes en le urbe porteña, Giménez sirvió asimismo de

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