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vínculo eficaz de acercamiento entre ambas naciones platenses y presidió reiterados períodos el Club Oriental, formado por nuestros paisanos.

Muerto el 31 de agosto de 1933, tenía dispuesto en sus resoluciones de última voluntad, que en el solar de la casa paterna de Mercedes se levantara un edificio para asiento de la biblioteca y museo comunal, cuyo plantel debían constituirlo sus propios libros y sus colecciones artísticas, pues tenía gustos de pintor y él mismo se había ensayado en escultura.

Defería 4 su hijo el Dr. Angel María Giménez — médico inteligente y filántropo — llevar a la realidad tan patriótico y laudable propósito, hasta donar el Instituto en plan de funcionar a la comuna de Mercedes “en prueba de afecto al pueblo en que nací”, conforme a las palabras mismas del testamento. Desempeñó el hijo a la letra el encargue póstumo de aquel padre a quien había sido tan adicto y a quien no sobreviviría mucho tiempo.

El 19 de abril de 1935, el doctor Giménez “cumpliendo un deber filial”, hizo entrega a la Municipalidad de Soriano de aquella obra laica que acrecentaba su acervo de civilización, esperando — según expresó — que el pueblo, exento de distinciones políticas, religiosas o sociales, vinculados todos en un haz de vida democrática y de libertad, supieran mantener viva aquella luz, contribución a la realidad del pensamiento de Artigas.

La autoridad municipal, por resolución unánime, determinó que el Instituto que venía a acordarle una prelación cultural entre todas las ciudades departamentales, llevara el nombre de su benemérito donante.


GIMÉNEZ PASTOR, AURELIO

Dibujante y pintor. Nacido en Montevideo el 9 de noviembre de 1877, tomó lecciones de dibujo elemental en el mismo colegio donde concurría, siendo su honda vocación, servida por el talento y el trabajo, la que hizo triunfar su lápiz, emparejándolo con los más reputados de su tiempo en el Río de la Plata.

Iniciado como ilustrador el año 1891 en la revista montevideana “Caras y Caretas”, pues en la primera época de su existencia este semanario popular se publicaba en nuestra capital, pronto fué el más ágil dibujante de la casa.

Director artístico — con su hermano Arturo que llevaba la dirección literaria — del periódico “Montevideo Cómico”, en sus páginas, sin descuidar la ilustración en que progresaba de modo evidente, dedicóse con preferencia a la caricatura, género para el cual tenía condiciones sobresalientes, que confirmaron andando el tiempo la profecía de Roberto Payró, cuando dijo que veía en Aurelio Giménez Pastor, el más parco y el más seguro de los caricaturistas de Sud América.

Hecha la mano poco a poco, ca-

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